•Capítulo 11•

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Dan's POV

Creo que hacía mucho que no estaba tan aliviado de que se acabara la hora del almuerzo y tuviera que entrar nuevamente a clase. ¿La razón? Haberme sentado en la mesa con Melanie y sus amigos, de verdad fue una completa tortura, primero estaban Melanie y los clones, Casandra y Estefany, que no paraban de hablar de chicos y de las últimas tendencias en moda aunque eso hasta cierto punto es normal y hasta aguantable, luego estaba Daniela y Esteban, al parecer estos dos son pareja y se la pasaron todo el tiempo entre meloserías y besos, algo verdaderamente molesto e incómodo que a los otros parece no perturbarles en nada, supongo que están acostumbrados, pero sin dudas y por mucho lo peor de todo fue el comportamiento de Chad.

Al principio comenzó dándome miradas rápidas, de las cuales en seguida me percaté.

—Disculpa Chad, tengo algo raro o ¿por qué me miras tanto?

—No.. yo.. este, es que tienes un lindo perfil —dijo con la cara colorada, bastante avergonzado por verse descubierto.

No dije nada, simplemente hice un sonido como pensativo, ¿qué podía decir?, tampoco es como si quisiera ser grosero.

Me sumergí en mis pensamientos y en mi almuerzo, realmente tenía hambre y el que estuvieran sirviendo mi comida chatarra favorita no ayudaba mucho a que quisiera prestar atención a lo que pasaba a mi alrededor, por eso cuando Chad me hablo, me cogió algo desprevenido.

—Oye Dan.

—¿Sí?

—Podría sonar algo atrevido, pero, ¿podría coger una de tus papitas?

—¿Qué? -dije algo atontado porque jamás me esperé que me pidiera una de las papitas que acompañaban la hamburguesa— sí, claro que puedes tomar una.

No la tomó de inmediato y me pareció algo raro, pero decidí no darle importancia, creí que simplemente se había arrepentido, entonces agarré mi hamburguesa con las manos para darle otro mordizco y entonces sentí como una mano rosaba con la mía, era Chad.

De inmediato voltee y él nuevamente estaba algo sonrojado pero no me estaba dirigiendo la mirada, agarró la papa y retiró su mano rápidamente.

—¡Chad! ¿No te da pena?

—¿Y ahora qué hice Mel?

—Siempre estás robando la comida de todos —dijo molesta con el chico.

—No te enojes con él, yo le ofrecí, es más, Chad, si quieres puedes tomar más.

—¡Oh! gracias Dan, ves Mel, él sí sabe compartir su comida, no como otras —dice mientras toma otra papa sin dejar de mirar fijamente a Melanie.

Ella simplemente le saca la lengua y sigue hablando con sus secuaces.

—Oye Dan —escucho como me llama Chad y yo simplemente volteo a mirarlo— gracias por defenderme de Mel, siempre se pone de mal humor cuando como de más, sobre todo si es la comida de alguien más.

—No te preocupes, pero ¿por qué se enojó tanto?

—En realidad hay varias razones, la primera es que como creo que has intuido, a ella no le gusta compartir su comida, y la segunda— baja mucho más el volumen y se acerca bastante a mi— es porque ella se cree la capitana del equipo, incluso dice estar segura de que el otro año se lo darán, entonces a nosotros siempre está controlándonos con asuntos como la comida, los entrenamientos, incluso la cantidad de horas que dormimos.

—Eso suena a que está un poco loca ¿no crees? —le digo en el mismo tono que usó él, tampoco quería que ella escuchara eso.

Se ríe discretamente.

—Tal vez, pero es una buena chica, solo le gusta tener todo bajo control— finaliza alejándose para tener nuevamente una distancia prudente entre los dos mientras agarra otra papa y me guiña el ojo.

Sinceramente ni me molesta que se las siga comiendo, me encantan las papas, pero mientras no se metan con mi hamburguesa, no tengo problema en compartirlas.

Pasado un tiempo en el que las miradas de Chad se volvieron cada vez más frecuentes y más atrevidas, hasta llegar a quedarse mirándome fijamente, por fin había terminado mi almuerzo, cuando de repente siento una mano en mi pierna. Mi primera reacción es pegar un pequeño salto en mi sillas y mirar a Chad, el suelta una pequeña risa algo traviesa y retira la mano de mi pierna.

—Solo quería agradecerte por compartir tus papas conmigo, son uno de mis placeres culposos y Mel no me permite comerlas, pero hay algo que ella no supervisa ni se enoja cuando me lo como —dicho eso me guiña el ojo con más picardía de la que puedo soportar; siento un escalofrío recorrer mi espalda y mis mejillas teñirse de rojo.

—¿Qu.. qué cosa? —dije apenas en un susurro, no muy seguro de querer conocer la respuesta.

—Banano —dice con uno en su mano mientras lo muerde de una forma que logra incomodarme de sobremanera; ni siquiera sé de dónde lo ha sacado o si ha estado todo el tiempo en su bandeja o de alguno de sus amigos— ¿quieres?

—¿Eh? No gracias —logro decir, creo que mis mejillas siguen rojas y el se ríe nuevamente— no me apetece en este momento.

—Como quieras —dice recobrando su tono de voz normal— más para mi —y su forma de comer es ahora también normal.

Miro la hora y me doy cuenta de que faltan pocos minutos para que comiencen nuevamente las clases, así que tomo mi bandeja, me paro y me despido de todos en la mesa, y mientras voy hacia el lugar en donde debo dejar la bandeja veo como Alex se dirige hacia la salida junto con sus tres amigas.

Por un momento me quedo pasmado pero doy un pequeño brinco cuando alguien pone su mano en mi hombro, de inmediato volteo hacia esa persona.

—¿Melanie?

Por un segundo creí que era Chad.

—Dan, ¿por qué te fuiste de esa forma?

Comenzamos a hablar mientras dejo la bandeja en su lugar y luego nos dirigimos a la salida de la cafetería.

—Ya casi es hora de la siguiente clase, no quiero llegar tarde —digo mientras apresuro un poco el paso.

—¿Estás seguro? ¿No fue por Chad?

—¿Por Chad? -maldición, siento el rostro demasiado caliente, espero no haberme puesto rojo— ¿qué tendría él que ver? Ya te dije que simplemente no quiero llegar tarde a clase.

Y no es del todo mentira.

—Bueno, es que lo vi muy cercano a ti, muy... coqueto.

—¿Y por qué el me iba a estar coqueteando?

—No sé, quizá le gustaste.

—¿Qué?

—Sí, es que él es muy atrevido, y no le da pena coquetearle a los chicos que le parecen guapos, así apenas los haya conocido, pero bueno, de eso ya te diste cuenta.

—Pues no me dí cuenta, pero de todas formas ya te dije la razón —le digo mientras abro mi casillero para sacar lo que necesito para la clase.

—Como tú digas. Te dejo, también debo ir a clase.

Se va y puedo ver a lo lejos como también Alexandra cierra su casillero.

De inmediato recuerdo las notas que le he dejado en su casillero y no sé si en primer lugar fue una buena idea; solo pensar en que se de cuenta de que fui yo quien le escribió esas notas, me hace sentir que soy un completo idiota.

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Si encuentras errores gramaticales u ortográficos por favor dime para poder corregirlos, de este modo tú podrás disfrutar más y me estarás ayudando 😊 ¡Gracias!

¡Holi! 😁

Este es el undécimo capítulo de mi primera historia, espero que a pesar de mi falta de experiencia te guste la historia que estoy creando 😊

Publicado el 07/03/2020

Hi, AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora