Capítulo 9

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Estaba en el observatorio, pero en lugar de mirar las vidas posteriores de los muertos, dejé que mi mente se desviara hacia la superficie. Aunque hubiera preferido morir antes que admitirlo ante cualquier persona, en ocasiones, cuando estaba en mi peor momento, veía a Ava. Mientras yo languidecía en soledad, ella tenía amante tras amante, una gran cantidad de hombres hubieran muerto por ella, y algunos realmente lo habían hecho. Ella tenía todo lo que yo quería, y sin importar como tratara de consolarme, mi odio por ella sólo crecía.

Pero nunca dejé de verla. A veces, para vivir a través de ella, a veces para convencerme de que yo lo tenía mejor. No lo tenía, por supuesto, pero de vez en cuando me tropezaba a través de momentos que me dejaban engañarme a mí misma con esa creencia, aunque sólo fuera por un corto tiempo.

Este no era uno de esos momentos. Conforme los últimos vestigios de la puesta del sol se extendían en el horizonte, Ava se introducía en el océano con el hombre más hermoso que jamás había visto. Era alto y fuerte, con el rostro perfectamente proporcionado y una complexión precisa. Su sonrisa parecía más brillante que el sol, y cuando él miró en mi dirección, incapaz de verme, por supuesto, pero aun así, mi corazón palpitó con fuerza, y el calor me llenó de pies a cabeza. Era la forma en que Winn me había hecho sentir hace muchas vidas atrás. La forma en que yo quería que Lena me hiciera sentir.

Estaba inmediatamente fascinada, pero yo no era la única. Mientras los veía juntos, Ava no podía apartar los ojos de él tampoco. A pesar de sus juegos, ella constantemente mantenía una mano sobre él, como si tuviera miedo de que él desapareciera. Tal vez él lo haría. Tal vez era una especie de ilusión. No había otra explicación de cómo podría existir alguien tan guapo y no ser uno de nosotros.

Él la empujó hacia la arena y le hizo cosquillas, y sus gritos de placer hicieron mi cabeza doler. Así que ella había ganado de nuevo. Otro chico, esta vez el más perfecto que jamás había visto, y a James parecía no importarle. En todo caso, mañana él la amaría más de lo que había hecho hoy, porque ese es el tipo de hombre que era. Al igual que Lena.

—¡Adonis! —gritó ella, riendo—. Adonis, no, tengo que volver. Ya voy llegando tarde.

—Llévame  contigo —murmuró, besándola, y  ella se derritió contra él. Por  lo general, esta era mi señal para mirar hacia otro lado o desaparecer, pero algo me detuvo.

Adonis. Ese era su nombre. Me susurré a mí misma, sintiendo las sílabas salir de mi lengua, y sonreí. Era perfecto. Él era perfecto. Y yo lo quería.

—Mmm, sabes que lo haría, pero Papi me mataría —dijo Ava, robándole otro beso—. Lo digo en serio esta vez, me tengo que ir. Tengo una reunión con el consejo.

Parpadeé. ¿Adonis sabía que ella era una diosa? No es que los hombres no solieran sospecharlo  cuando se trataba de ella, pero para en realidad mencionar al consejo...

—Muy bien —dijo él, soltándola con un último beso—. ¿Voy a verte pronto de nuevo?

—Pronto —prometió ella—. Tengo que pasar algún tiempo con mi marido, ya sabes.

Él sonrió, y ella le lanzó un beso. Un momento después, ella desapareció, y Adonis se quedó en el lugar donde ella había estado de pie. Tenía una mirada melancólica en su rostro, como si estuviera pensando en un futuro que nunca podría tener. Y si fuera realmente mortal, entonces él tenía razón. No podía.

Antes de que pudiera detenerme y pensar, me deslicé a través de la barrera entre nosotros, y llegué a la playa, exactamente al lugar en que Ava había estado. Los ojos de Adonis se abrieron y parpadeó varias veces.

—¿Quién eres tú? —dijo él, pero no retrocedió. Eso era algo.

—Perséfone —dije—. No fue mi intención irrumpir en…

Aprendiz de Diosa : el legado de los dioses (4ta Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora