Capítulo 2

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La boda fue todo lo que había soñado que sería. Zeus habló sus votos con la autoridad y la compasión de un rey, y cualquier duda que Alura y Lena habían logrado plantar en mi mente desapareció. Estaba feliz, y el mundo entero celebraba nuestra unión. Eso era todo lo que importaba.

Nuestro matrimonio siguió adelante, tanto como nuestro tiempo inicial juntos lo había hecho. Trabajamos codo a codo, gobernando sobre nuestros súbditos y recorriendo la tierra, y su lealtad permaneció conmigo. Cada vez que me miraba, veía el amor en sus ojos, y eso sólo reafirmaba que había tomado la decisión correcta. Tenía la vida que quería ahora, y nadie, ni Lena, ni Alura, podrían quitármela. Haría todo lo que estuviera en mi poder para asegurarme de ello.

Menos de un mes antes de que estuviera lista para dar a luz a nuestro primer hijo,

Zeus aclaró su garganta afuera de las cámaras que compartíamos.

—¿Jess?

Fruncí el ceño y me incorporé de mi siesta de la tarde, mi vientre redondeado obstaculizando mis movimientos. Él nunca dudaba al entrar.

—¿Sí?

Zeus entró a través de la cortina, con las mejillas sonrosadas y los cabellos barridos por el viento. En ese momento, casi parecía un niño otra vez, y puso mi mano sobre mi vientre. Emoción, eso era todo. Casi había estallado de felicidad cuando le dije sobre nuestro bebé.

—Tengo una sorpresa para ti —murmuró—. Cierra los ojos.

Aliviada, lo hice, intentando adivinar qué podría ser. Esperaba que pusiera mi regalo en la cama, pero en su lugar escuché el sonido de unos pasos ligeros. Una de mis hermanas, tal vez, aunque él ya no le pedía ayuda a Alura para elegir mis regalos.

—Perfecto. Ahora, ábrelos.

Mientras la habitación entraba en foco, parpadeé. Al lado de Zeus estaba la niña más hermosa que jamás había visto. Su cabello era del mismo tono de oro que el de él, sus ojos eran tan azules que avergonzaban al cielo, y su piel era rosada y como la porcelana. Ella era perfecta en todos los sentidos.

—Jess, conoce a Ava —dijo él, y la condujo hacia mí. Ava se movió con más  gracia que el viento, y cuando hizo una reverencia, sus mejillas se sonrojaron—. La descubrí entre las ninfas en una isla.

—Es un honor —murmuró ella. Su voz era como la miel, mucho más embriagadora como la mía jamás sería. Ya la odiaba.

—¿Una sirvienta? —dije—. Qué amable de tu parte. Sin duda podría usar a alguien para que me ayude con el bebé.

Él se aclaró la garganta.

—Er, sí, bueno… claro, Ava estará aquí para ayudarte con nuestro hijo, pero no como una sirvienta. Como mi hija y miembro del consejo.

Terror frío se apoderó de mí. Un miembro del consejo. Zeus quería que ella fuera nuestro igual. Mi igual.

—Pero es una niña…

—Ella es mi hija ahora —dijo Zeus—. Nuestra. Y será criada al igual que nuestro hijo. Ambos serán miembros del consejo, y quizás un día ella será su compañera.

—Pero ella no nació en nuestra familia —dije—. No puede simplemente unirse a nosotros antes de que nos aseguremos de que es adecuada para gobernar.

—¿Y cómo sugieres que hagamos eso? —dijo Zeus.

Me encogí de hombros.

—Una prueba, tal vez, para sopesar sus virtudes.

Él se burló.

—Ninguno de nosotros es perfecto, Jess. —Algo sobre la manera en que lo dijo envió un escalofrío de aprensión por mi espalda, y me cubrí con una manta sobre mi regazo.

Aprendiz de Diosa : el legado de los dioses (4ta Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora