Capítulo 5

18.2K 921 292
                                    

Madame Malkin era una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva.

Por alguna extraña y retorcida razón, Hermione lo empujó a su vista primero.

-¿Hogwarts, guapo? -dijo, cuando Harry empezó a hablar-. Tengo muchos aquí... En realidad, otro muchacho se está probando ahora.

En el fondo de la tienda, un niño de rostro pálido y puntiagudo estaba de pie sobre un escabel, mientras otra bruja le ponía alfileres en la larga túnica negra. Madame Malkin puso a Harry en un escabel al lado del otro, le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.

Harry hora entendió a su amiga y tuvo que contenerse de voltear los ojos, porque en serio, no podía sacrificarlo a él cada vez que quería esquivar a Draco, aunque comprensible, él tenía que ser un desgraciado y mejor él que lo aguantará a ella que no se podía defender, incluso sus padres se quedaron fuera de la tienda, por lo que están bajo la escrutadora mirada de sus tíos, y ningún rastro de su amada tía Andrómeda o su prima Tonks para salvarlos.

-Hola -dijo el muchacho-. ¿También Hogwarts?

Quiso reír, sabía que Draco rompería y justo a tiempo.

-Sí -respondió Harry.

-Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas, los que están ahí son los tíos de mi madre -dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras. Harry se sorprendió de que no los presentará de manera apropiada y lanzó una mirada a su tíos solo para notar que lo estaban ignorando de forma deliberada -. Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera.

Harry recordaba a Dudley, tanto que se sobresaltó por un momento, y lo peor o mejor era que Hermione no estaba con ellos por estar en otro lado de la tienda, su primo había cambiado, pero no podía olvidar que a veces se necesita tener el corazón frío como el hielo y fingir ser un maldito hijo de puta. Ese recordatorio sería su mantra de ahora en adelante cuando se encontrará con Draco en Hogwarts.

-¿Tú tienes escoba propia? -continuó el muchacho.

-No -dijo Harry.

No estaba mintiendo, su tía Walburga tenía una loca idea de que sí le daban una escoba propia él se escaparía a volar por ahí, así que la escoba que tenía no era técnicamente suya al estar escondida en el cuarto de sus tíos. No era como sí las preocupaciones de su tía no fueran infundadas, a veces le sorprendía lo intuitiva que era Lady Black.

-¿Juegas al menos al quidditch?

-No -dijo de nuevo Harry, ahora mintiendo de forma descarada, su primo lo sabía, su tíos lo sabían y tal vez por eso se le quedaron mirando como memorizando su rostro en la obvia mentira para recordar sus facciones para una próxima vez, lamentablemente su rostro estaba en blanco.

-Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar?

-No -dijo Harry, se alegraba que su tíos no lo pudieran castigar luego por las mentiras que ellos le pidieron decir.

Igual las hubiera dicho, pero se salvaba por tener el permiso.

-Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?

Arreglando el pasado (Sirry) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora