Pasamos el resto de la noche entre piques tontos, risas, melodías al piano, canciones susurradas y besos robados.
Eran las 2 de la madrugada más o menos cuando nos fuimos a dormir, me prestó un pijama de Star Wars y él se puso uno de Mickey, tiene un total de 5 años, es adorable.
Nos metimos en la cama y, con su preferencia de lado derecho, dormimos abrazados toda la noche. Se pasó volando y cuando menos lo esperábamos estaba sonado la alarma del móvil de Agoney.
-Mierda—eso digo yo, mierda, la mañana estaba empezando y en nada tendría que irme para no resultar pesado, aunque por la tarde nos volveríamos a ver.
No le dió tiempo a desactivar la alarma y simplemente se aplazó para sonaría los próximos 5 minutos pero nos equivocamos, volvió a sonar al poco rato de apagarse.
-Es una llamada—se apartó cuidadosamente de mi lado y se acercó a la mesilla para coger el móvil—es mi hermana—asentí con la cabeza para que lo cogiese mientras me iba al baño a cambiarme.
En lo que tardé en vestirme ya había colgado y estaba tumbado en la cama, entré en la habitación y me tiré encima de él.
-Sabes que quería?—negué con la cabeza y a la par levanté los hombros—dentro de 12 días es mi cumpleaños y le gustaría que fuese a Adeje.
-¡¡Qué guay Ago!!—no notaba su emoción por volver a su tierra y era raro—no quieres volver?
-No, osea sí, pero sé que me vendré abajo si piso mi casa o paseo por las calles—realmente no entendía nada, pero tampoco quería indagar por si le afectaba, en tal caso que me lo cuente él cuando esté seguro de hacerlo.
-Seguro que te va genial por allí y que tu pueblo es maravilloso—le sonreí intentando animarle y me di por satisfecho cuando una sonrisa apareció en su rostro.
-Te gustaría venir?—esa si que no la veía llegar—digo así conoces a mi familia y mi tierra.
-Me encantaría pero es tu día y tu familia, no pintaría nada allí.
-Te parece poco ser mi novio?—negué con la cabeza riendo—piénsatelo, si?—asentí y le di un pequeño beso en los labios.
Pasó alrededor de media hora hasta que, ahora, mi móvil interrumpió la sesión de piques matutinos.
Era mi hermano para saber cuando iba a ir a casa y le aseguré que en 30 minutos saldría para allí.
-Te vas ya?—hizo un puchero que consiguió arrancarme una sonrisa, asentí y él me abrazó con fuerza evitando que me fuese a casa.
-Esta tarde nos veremos, tonto—dejé un beso en sus labios y apoyé mi cuerpo sobre el suyo aún unidos por sus brazos.
-Anda vete, que te castigarán y esta tarde quiero verte, eh—repartió besos por toda mi cara menos por la boca. Le agarré la cara para frenarle y acabar besándonos—te acompaño a la puerta—me tendió su mano y la agarré.
Nos quedamos en la puerta mirándonos, hablando con los ojos y queriéndonos con todo nuestro cuerpo.
-Te quiero, rubito.
-Y yo, morenito—nos fundimos en un beso que reafirmaba nuestras palabras y daba rienda suelta a la expresión de nuestros sentimientos.
Abrí la puerta y yendo a buscar el coche me empezó a vibrar el móvil, lo descolgué sin mirar de quién era la llamada entrante.
Sí?
Hola.
Tú otra vez? Me echas de menos ya, eh?