Because I am

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Estoy rezando que el tiempo me alcance para escribir un capítulo nuevo de este antes de que el 31 se acabe.

—Rose

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Levantó la linterna y alumbró hacia adelante mientras que, inmediatamente, llevaba el antebrazo a su rostro para evitar otro ataque de tos compulsiva debido a la polvareda que los recibió apenas ingresaron al lugar. Masculló una que otra grosería hacia su persona sabiendo que fue un completo estúpido por no traer una mascarilla o algún protector contra el más que esperado polvo y moho de la casa en ruinas.

—¿Están bien? —preguntó apenas pudo pronunciar algo, dando unos cuantos pasos hacia el frente tentando a su suerte. Se dio la vuelta y apuntó hacia los demás con la linterna, esperando que la nube de polvo se disipe—. ¿Francis, Gilbert, Antonio?

—Vivitos y coleando, cejón —respondió el alemán con la voz ronca y la garganta inflamada.

—¿Crees que algo tan simple nos va a hacer retroceder? —Francis levantó el brazo batiendo la nube de polvo con la mano.

—Gilbert estuvo a punto —soltó Antonio entre risas, con la voz rasposa—. Yo lo vi intentando darse media vuelta.

Las luces provenientes de las tres linternas fueron directamente a la cara del albino quien, con las manos en alto y el rostro completamente rojo, negaba la acusación hacia su persona. Francis aprovechó en picarlo un poco más, recalcando lo cerca que estaba de la salida y Antonio no hizo más que darle alas al francés para seguir fastidiándole; en tanto Alexander, aún con la sonrisa en el rostro por la pequeña escena que ha montado el trio de idiotas, vira sobre sus pies y alumbra a los alrededores dispuesto a ver lo que, según el mapa que ha estudiado con anticipación, viene siendo el recibidor donde está la escalera principal.

Avanza un par de metros ubicándose en el medio de la enorme habitación que funge como entrada y las risas de fondo se hacen cada vez más lejanas cuando sus ojos se pierden en los detalles. La enorme escalera de madera, aún con la alfombra roja puesta, que se bifurca en dos columnas y dan a la segunda planta, la misma que ilumina con la linterna sólo para descubrir el bonito cielo raso y las molduras de los barandales que adornan el lugar. Una excelente primera impresión que le lleva a dar otro paso, notando las entradas escondidas tras la escalera y las que a cada lado de la instancia comienzan a hacerse notorias gracias a la luz y a que sus ojos van acostumbrándose a la oscuridad. Silba sin darse cuenta mientras empieza a moverse de un lado a otro, descubriendo que están sobre una enorme alfombra llena de polvo con miles de detalles que, cómo no, llevan el escudo de su familia bordado en el centro.

Una imagen que sólo recuerda en viejos libros y antiguos documentos que halló en su niñez.

—¿Cuál es el plan, Drake? —la mano sobre su hombro, lo hace saltar en su sitio y levantar la cabeza encontrándose con el moreno demasiado cerca.

—Sí, sí —Gilbert se acerca y al hablar, descubre que el eco casi ni se percibe en el lugar—. No pienso pasarme toda la madrugada aquí perdido.

Y ahí está la razón por la que sabe perfectamente que nunca congeniarán del todo.

—¿Crees que no he pensado en uno? —suelta enfurruñado, haciéndose para atrás. Mira a los presentes y exhala con fuerza moviendo los pies sobre el suelo quitándole el polvo a groso modo. Finalmente se sienta sobre el espacio libre segundos después de ver cumplido su poco exigente estándar dadas las circunstancias, uno del que reniega, pero se resigna, a fin de cuentas—. Primero tienen que conocer la casa.

Francis avanza con curiosidad y a regañadientes, hace lo mismo que el inglés, junto a sus compañeros. El trío se sienta dejando espacio suficiente para que Alexander estire los planos de la casa sobre el suelo y, automáticamente, cada uno toma una esquina fijando el papel al piso, evitando que se mueva.

Missed you soDonde viven las historias. Descúbrelo ahora