5. Premios

282 43 2
                                    

Que locura, ya ha pasado un mes y una semana desde que Tony le recogió de la calle; sinceramente no esperó que fuera también cómo le iba, pues aunque realmente no hubiera pasado mucho tiempo, al parecer el mayor dejó claro que su presencia no le molestaba, que definitivamente era parte de su hogar y de su vida, cosa que no podría hacerlo más feliz. Se había familiarizado con el barrio, conociendo algunas tiendas a las que Tony solía comprar comida y otros lugares, conociendo a algún vecino y demás; un señor dueño de la carnicería había comentado lo flacucho que estaba el joven, así que conmovido les regaló un gran solomillo para la cena, cosa que Tony agradeció y le vio ventaja a llevarle consigo; también la señora de un minimercado había estado diciendo sin parar desde que entraron lo lindo que era el muchacho y le había obsequiado una enorme tarrina de helado comentando que no estaba acostumbrado a ver a Tony acompañado. Aunque Tony le regañó constantemente para que no se comiera toda la tarrina de un tirón por la noche, el mayor se le unió y ambos acabaron con empacho. Durante ese tiempo se habían conocido un poco mejor, sus gustos, lo que les molestaba, sus manías...; como por ejemplo que a Tony le gustaba el café negro solo, los donuts glaseados, detestaba los culebrones pero los comentaba con él cuando no había nada en la televisión por la noche y que su barba tenía que estar perfectamente recortada cada mañana y por supuesto se negaba a que Peter le ayudará con esa tarea, aunque el menor se hubiera mostrado interesado, ya que él era imberbe.

El tiempo que pasaban juntos era muy especial para él, la verdad es que pensó que se aburriría de tenerle cerca y que aunque le dejara estar no le prestaría demasiada atención; pero siempre conversaban de algo por más disparatado que fuera, aunque también del trabajo y ya estaba aprendiendo un montón de cosas. Además las bromas y cómo jugaban como dos críos a veces gastándose bromas, pero había algo que echaba en falta, los besos de Tony...dormían juntos aun, sin embargo desde el día que vio por primera vez a esos tipos de traje no volvió a sentir los besos del mayor, los necesitaba tanto...quería más...no era suficiente, pero sabía que pedir más después de todo lo que estaba recibiendo era demasiado egoísta, así que no volvió a pretender nada.

Abre los ojos esa mañana sin encontrarse al mayor a su lado, pero la puerta del dormitorio está abierta y la del baño que está enfrente, entornada;puede oír el sonido del agua caer, así que Tony debe estar duchándose. El castaño frota sus párpados tratando de enfocar la vista y espabilarse, pero la cama es tan cómoda y es tan cálida, conserva el calor del mayor; esto le recuerda en dónde está, sigue algo dormido por lo que le cuesta enfocarse en su entorno, pero decide caminar hacia la puerta entornada del baño; está descalza por lo que no hace ruido, aunque no cree que el otro le oiga con el agua. Quiere preguntarle si quiere desayunar ya, pero hay algo que lo hace sentir raro, a parte del agua caer hay bastante silencio, está cerca de la puerta y no lo oye moverse.

-¿Señor Stark?-apenas le sale la voz aún por el sueño.

-Peter...-se oye un jadeo.

El chico se asusta, por su cabeza pasa que pudo haberse caído y lastimado, cualquier cosa, pero que algo no iba bien; sin embargo cuando abre la puerta del todo ve la silueta de Tony a través de la cortina traslúcida de la ducha, de pie, pero con la cabeza agachada, una mano apoyada en la pared con el brazo extendido y la otra....sobre una notable erección que trataba de calmar muy despacio.

-Peter...-vuelve a jadear pesadamente provocando un estremecimiento en el muchacho.

El menor lleva ambas manos a su boca tratando de acallar una exclamación sorprendido por lo que esta viendo o mejor dicho, oyendo. Sus piernas tiemblan al oir los jadeos y pequeños gruñidos excitados del mayor, y por supuesto su propio nombre de aquellos labios que tanto añoraba besar. Se estaba tocando pensando en él, quizás no era del todo el sentimiento que quería que fuera correspondido, pero sin duda aquello lo derretia por completo. Mira abajo un poco nervioso a los pantalones de su pijama, notando un creciente bulto en ellos, levanta la vista para ver de nuevo la silueta de la cortina, como se mueve, como jadea por su causa; y entonces no puede evitar llevar una mano a sus propios pantalones, mientras se muerde el labio inferior para acallar un suspiro.

Engranajes [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora