10. Peligroso

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Seguía las instrucciones que Tony le había dado, seguir con el arreglo de aquel motor y tomar el encargo si llegaba algún nuevo cliente. Aunque tenía algo más de autonomía en el taller, era cierto que seguía las normas de Stark con cuidado de no meter la pata, había cosas que no podía tocar de momento y de las que no se podía encargar.

Pero era cierto que Peter agradecía que el mayor le tuviera más confianza como para dejarle a solas a cargo del taller mientras este estaba fuera haciendo algún tipo de recado, los cuales eran cada vez más frecuentes.

El castaño estaba atento al portón hasta que escucha un claxon, por lo que se incorpora de donde esta para atender al cliente, pero su rostro cambia al ver a George con uno de sus tantos autos de lujo. La sonrisa del tipo mientras sale del vehículo y se aproxima a él, solo le produce desagradables escalofríos.

-¿Qué pasa?, ¿Stark te ha dejado solo?-

-Volverá pronto- asegura el castaño sintiéndose amenazado con la pregunta.

-Tranquilo chico- el tipejo levanta las manos como si fuera en son de paz- solo vengo a dejarle esto- le lanza las llaves, las cuales Peter atrapa algo nervioso en el aire.

Una extraña sonrisa ladina aparece en los labios de George mientras se aleja, pero Peter en un impulso le toma del brazo, ganándose una mirada de extrañeza del mayor.

-¿Ustedes se conocen desde hace mucho...?- no le gusta aquel hombre, sin embargo su curiosidad es demasiado grande.

-Hace años, cuando empezó a trabajar para nosotros, claro-

-¿Qué fue eso que dijo de una deuda...?-

La sonrisa en el rostro de George se ensanchó y no es que le diera muy buena espina al menor, pero si tenía que retener a ese hombre para que le contara todo lo haría.

-Pues la verdad es que nos debe mucho dinero por todo lo que hicimos por él, por eso hace más de un trabajito para nosotros, incluyendo el de mensajero-

-¿Tan...grande es su deuda?-

-Oh si, nos debe un montón de pasta- el tipo se cruza de brazos- eres un buen chico, te preocupas por Tony, ¿Verdad?- el sujeto finge un puchero mientras el menor asiente –Te gustaría ayudarle, ¿No es así?- el chico vuelve a asentir –Entonces podrías hacer un par de trabajitos para nosotros-

-¿Qué clase...de trabajos?-

-Nada muy aparatoso, solo tipo mensajería, ¿Te gustaría ayudarle a librarse de la deuda?-

-¡Claro que sí!- Peter contesta muy seguro-¿Qué tengo que hacer?-

-Bien, buen chico- el tipo sonríe de laso mientras se saca una tarjeta del bolsillo entregándosela- tendrás que ir a esta dirección y recoger un paquete, allí te dirán donde entregarlo, pero no puedes decírselo a Tony, ¿Entiendes?, seguramente se negaría a que le ayudaras-

Peter asiente mirando la tarjeta y guardándosela rápidamente al oír entrar a Tony, ya que se aproxima con notoria molestia al ver a George, interponiéndose entre este y su chico.

-¿Se puede saber de qué tanto habláis?- Stark parece casi gruñir.

-Nada, solo conversando con el chico, yo ya me iba, ya sabes que tienes que hacer con el auto- mira a Peter antes de marcharse silbando una cancioncilla.

El castaño se sobresalta, pues justo cuando George desaparece del taller, Tony le toma de los hombros bruscamente y lo examina rápidamente con la mirada por todas partes, preocupando al menor.

-¡¿Ese tipo te hizo algo?!- la alteración en la voz del mayor solo lo asusta mas

-N-no, para nada-

Tony suspira aliviado y lo atrae entre sus brazos, suspirando aliviado mientras besa varias veces su sien, consiguiendo que el chico se sonroje y se aferre a él buscando más de esa protección y mimos.

-Te quiero Tony-

El mayor sonríe ligeramente para sí y besa la suave mejilla de su chico.

-Yo también te quiero...-

Fue ese mismo querer el que llevó a Peter a escaparse la noche del día siguiente, para encaminarse a la dirección de la tarjeta que George le había dado. Era un barrio bastante oscuro, con gente caminando casi en la penumbra, pues la mitad de las farolas no funcionaban y las que si estaban muy distantes unas de otras a lo largo de las calles. El chico no es tonto, y sabe perfectamente de que mercancía se trata, lo que tiene que transportar en un pequeño paseo es peligroso..., puede atraparle la ley o simplemente algún yonki..., es peligroso, pero debe ayudar a Tony a pagar su deuda lo antes posible, conseguir que sea totalmente libre...que dejen al fin de atormentarlo.

Acaba en un callejón junto a un viejo bar, un hombre bastante grande y musculoso le mira de arriba abajo, el chico no se atreve a abrir la boca, así que simplemente le muestra la tarjeta. El hombre enarca una ceja mirando al pequeño jovencito, pero le pasa un paquete con una nueva dirección, no estaba lejos, pero Peter suponía que debían buscar a gente que no llamaran la atención o que pasaran desapercibidos, como él.

Aunque sabía que el lugar no estaba lejos, el camino se le hizo eterno, mirando hacia atrás y a los lados, una y otra vez para asegurarse de que nadie iba a asaltarle en la oscuridad, pero aun así tenía la sensación de que alguien le seguía.

El sitio en cuestión era un pequeño garaje lleno de cajas con gente trabaja empaquetando aun a esas horas de la noche. Una mujer con un traje de dos piezas y un cigarrillo entre los labios le arrebata de mala gana el paquete a Peter y lo revisa antes de mirar al chico y asentir, dándole un fajo de billetes.

El castaño sorprendido y algo asustado por tener tanto dinero encima se lo esconde en la ropa antes de salir prácticamente corriendo de allí, pero al salir de esos callejones tan espantosos, tropieza con alguien bastante fuerte, casi cae al suelo, pero el desconocido le toma de la cintura.

-Vaya Peter, ¿No es un poco tarde para andar por aquí?-

-Señor William- Peter le mira impresionado -¿Qué hace por aquí?-

-He venido a beber con gente de la empresa a un local de por aquí, ¿Y tú?, ¿No está tu novio contigo?, no deberías ir solo por estos lugares tan peligrosos-

-L-lo se señor...lo siento- tartamudea un poco- ya me iba a casa-

-Así me gusta, ¿Deseas que te acompañe?-

-N-no es necesario, ¡Gracias!- nervioso Peter se aleja corriendo, dirigiéndose a casa antes de que Tony descubra que no está por allí...

William mira cómo se aleja y se agacha para tomar uno de los billetes que el chico ha dejado caer al suelo, uno de 50 dólares. Sonríe de soslayo casi con diversión.

-Vas dejando miguitas de pan, mi pequeño gorrión-

Engranajes [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora