Quemé tus cartas porque no podía parar de leerlas.Creo que no me bastaba con matar a mi corazón. Eras la excusa perfecta para emborracharme y aunque sólo una vez te dediqué una canción,jamás volví a encontrar mi primavera.
La distancia se encargó de hacerte intocable pero a la memoria nunca le dijeron que debías ser innombrable.Me acompañabas en mi insomnio y era justo porque tú lo provocabas.Hoy somos dos extraños que quizás se extrañan.
