Y el blanco inmaculado del mantel sólo me hacía recordar
con creciente fervor,
el color de tu piel,
que es tan suave y tersa
a la vez, tan accesible y al
mismo tiempo inalcanzable,
tan hermosa y a la vez
tan poderosa, y con tan
sólo mirarla,
hace que cualquiera
desee admirarla.