Capítulo IV

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Me fajé el abrigo, rojo por cierto, un largo de unos 113,8 cm aproximadamente, cuello sastre y con sus Cierre abotonado 100% lyocell.

Crucé los brazos alrededor de mis pechos como protegiéndome del frío pues la niebla era espesa y no quería resfriarme. Aproveché para ir por el periódico ya que tenía interés en saber más sobre la noticia de los primos Culpepper. Caminé un poco por el jardín mientras buscaba donde el repartidor lo había tirado.

Tardé unos minutos andando por el apagado jardín escarchado. Donde en epocas mas calidas del año brotan una infinidad de rosas blancas, rojas, incluso he llegado a ver azules, pero no estoy muy segura. Muchas margaritas y girasoles que rodean la casa llenadola de vida y color...  Hoy ese jardín se reduce a algo simplemente muerto y ahogado en grumos de nieve, cubierto con una lapida blanca y fria.

Ah, las orquideas. "mis favoritas".

--Eres un bruto George--  me dije a mi misma. Pues al lograr ver donde estaba el periódico me percaté que George lo había aplastado con el auto y lo llenó de lodillo.

Me dirigí a él mientras mi mente distraida pensaba.

--¿Porque mamá decidió adoptar un gato en vez de adoptar un perro? Los perros son diez veces, no, mejor dicho son cien veces mejores que los gatos. Además pueden ir por él periódico cada vez que uno se los ordene--

--¡Flash!--  dije entres suspiros.

--Lindo nombre para un gato--  Dije sonriente y continué pensando.

Me frené justo antes de llegar a la acera, me agaché y tomé el periódico el cual estaba casi congelado gracias al lodillo que tenía. Escuché una cochera abriéndose así que voltié y logré visualizar un vehículo saliendo a unas cuantas casas de la mía. El clima no ayudaba mucho así que no supe exactamente de qué casa había salido.

No le tomé importancia y seguí quitando el lodo del periódico.

A medida se acercaban la imagen también se iba aclarando. Un mercedes… si, un mercedes del 70 color verde .

--El auto de la señora Morrison-- pensé, me levanté y dirigí mis pasos a la acera.

--Hola señora Morrison-- moví mi mano saludandola.

Mientras pasaba frente a mí, lentamente ella volteó a verme y me sorprendió ver su rostro hinchado a un nivel tétrico con un maquillaje brusco y apresurado, nada usual para una señora de su calibre. Una cabalgata de arañazos y manchones morados levemente camuflados con maquillaje se extendían por aquellas mejillas infladas. Ojos profundos casi perdidos en sus cuencas de aspecto cenizo y muy demacradas. Sus pupilas dilatadas demostraban cansancio. Se podía transmitir el miedo en su rostro.

--¿Señora Morrison?-- pregunté

--Huye-- susurró con voz temblorosa. Más o menos eso creí escuchar.

Pasó de lejos y ni siquiera frenó, parecía estar acompañada, bueno eso creo, me pareció ver como hablaba sola mientras volteaba a ver el asiento trasero, me miró por el retrovisor y aceleró, en ese momento un papel salió por la ventana cayendo al pavimento. El auto se fue ocultando entre la neblina.

-Que extraño- Suspiré.

Un viento frío me envolvió así que decidí volver a casa con el periódico en mano. Pero la curiosidad de ver aquel papel rápidamente se convirtió en una constante pulsión, la pregunta de qué era lo que decía ese pequeño papel violaba mi mente.

--Ha estado muy callado hoy, el ambiente es más pesado de lo normal-- Pensaba. La sensación de ser observada era tan fuerte que incluso parecía tener a alguien detrás mío, escalofríos erizaban cada bello de mi cuerpo asi que volvi a cruzar los brazos para repeler el frío, pero, no sirvió de nada ya que la sensación seguía presente. Voltee a ver con desesperación a mi alrededor, la calle vacía y sin ningún alma transitar aun así alguien me veía.

 --Algo malo pasa-- Entendí.

No sabía donde pero ahí estaba. Un leve murmullo se acercaba como cuando escuchas acercarse la lluvia.

--¿Qué es ese sonido?- Voltee nuevamente hacia la dirección de donde provenía el murmullo, quedé completamente inmóvil al verme rodeada de gente

--¿Que mierdas pasa?-- como llegué a estar rodeada de tantas personas. --Pero no es así-- pensé.

La noche llegó de forma precoz, inesperada y con mucha penumbra, me vi perdida en una calle oscura donde ciertas casas disfrutaban de energía y mientras que las otras vivían en completas tinieblas con pequeñas velas que apenas alcanzaban para alumbrar los rincones. Se escuchaban gritos y alaridos provenientes de todas partes, unos se escuchaban lejos y otros relativamente cerca, gritos que solo una persona en total tormento podría producir.

A lo lejos se podía ver cómo los agentes de seguridad del condado buscaban algo, o alguien, aunque no supe exactamente a quien.

Cadáveres en completo estado de putrefacción tirados en las aceras adornaban aún más aquella perturbadora imagen.

Docenas y docenas de humanos muertos como si de una peste se trataba

un hedor potente proveniente de los incontables occisos, entre vómitos, basura, pescado, mm.. y carne descompuesta; sin duda ¡una total mierda! incluso habían algunos cuerpos que pese a su pudrición aún seguían con vida y eran desmembrados por aves carroñeras.

Las multitudes caminaban por las calles manchadas de sangre regandola aún más de lo que ya era suficiente, llegando al punto de cubrir casi por completo el color del pavimento, cada quien caminaba en su mundo, sin importarles que no hubiese luz, sin importarles pasar por encima de los cadáveres, sin importarles nada en lo absoluto, como si las posas de sangre o pedazos de carne humana y en general todo en aquel lugar era parte de su diario vivir.

“Algunos simplemente estaban muertos pero la expresión angustiosa de otros era irritante a la vista y provocaba un enorme dolor de cabeza a todo aquel que los mirase, quiza por ello es que las personas preferian ignorar y pasarlos de lejos”.

--Ayudame--

Voltee a ver mi tobillo y una mano esquelética y con infinidad de llagas lo sujetaba. Por un instante un trago ácido-amargo se alojó en mi garganta.

Un tipejo que, por Dios, llagado hasta los ojos, se notaban arañazos por todo el cuerpo resultado de tratar de extinguir la comezon, quisiera creer yo. De los coágulos de sangre brotaban hongos luminosos verde grisaceo de los cuales brotaba un asaber que, en los detalles y aspectos de aquello prefiero no extenderme, eso sin contar como la piel de aquel hombre ¿o era mujer? Se desprendía cada vez que se movía.

Un fuerte impulso de vomitar demandaba ser liberado pero nunca dejé que las necesidades fisiológicas me dominaran y ese momento no iba a ser la esepcion, voltee al cielo y tragué fuerte, profundo como las marianas.

--Ayudame charlotte-- Dijo mientras las llagas de su mano derramaba líquidos sobre mi pie.

--¿Perdón? Terrible, Disculpame.-- Hice gesto de disgusto, moví mi pie y di unos cuantos pasos hacia atrás para desprenderme, un esfuerzo en vano ya que tropecé en otro cadáver

Cai sentada en una posa de sangre, pequeña o grande, que mas da… la sensación seria igual de repugnante en ambos casos.

Intentó ayudarme, su incapacidad lo restringía, fue un leve movimiento, pequeño pero lo noté, increíble saber que sufri mas al ver su profunda mirada, ojos pequeños negros con un tanto de brillo, que todo el tormento que había vivido desde que llegué a ese lugar

--¿Porque chocan conmigo?-- Les gritaba con ira y temor, sentí miedo y me arrincone en las gradas de una inmensa iglesia católica donde se encontraba un grupo de personas que a gran voz daban canticos santos que se propagaban por todos lados, entre todo aquello estupidamente correcto sobresalian gritos pausados y llantos maniaticamente angustiosos, los gritos parecían provenir desde los cuartos altos, arriba en las torres de la iglesia. Poco a poco el miedo se fué incrementando y mi cuerpo iba decayendo hasta quedar en posicion fetal sobre los vagabundos que ni siquiera se si seguían vivos o no.

La muerte era algo normal en este lugar, los niños jugaban con los dientes ensangrentados de los occisos. Un sitio denso e indeseable.

CHARLOTTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora