Capítulo 10

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- Entonces, ¿me estás diciendo que tus compañeros de cabaña te pintaron toda la cara con rotuladores mientras dormías? – Murmura un sí casi inaudible de la frustración y me echo a reír.

- ¡No es gracioso! Es muy frustrante y vergonzoso. – Chasquea la lengua y sigue comiendo. – Así que para de reírte.

- Lo siento hyung, pero es que es muy gracioso. Te imagino fulminándolos a todos al ver lo que te hicieron. – Sigo riéndome.

- Espera, ¿me acabas de llamar hyung? – Dejo de reírme para mirarlo.

- Supongo que sí. – Hago una pequeña carcajada.

- Es la primera vez que me llamas así. ¿Y eso? – Se levanta para poner su mano en mi frente. - ¿Tienes fiebre acaso? – Aparto su mano.

- No, no tengo fiebre. Estoy bien. – Me río. – Me ha salido solo. Supongo que debe de ser porque empiezo a tener más confianza. – Sonrío.

- ¡Wow! – Vuelve a sentarse. – Eso es bueno. – Me río.

- Si, supongo que sí.

- ¿Supones? ¿Solo supones? – Me mira con la ceja alzada. Me río.

- Es bueno hyung, es bueno. – Cojo la cuchara, la lleno de arroz y me la meto en la boca para comenzar a masticar.




- ¿Ya estás listo?

- Síp.

- Genial, vamos.

Salimos de la habitación cerrando la puerta y nos dirigimos a la pequeña recepción de la planta. Firmamos los papeles del alta y le damos las gracias al doctor por todo. Nos dirigimos al ascensor en silencio. Ninguno habla. Pero es un silencio agradable.

- ¿Dónde habré dejado el coche? – Dice para sí mismo cuando salimos del hospital.

- No sabía que conducías.

- ¿Y cómo pensabas que venía hasta aquí? – Dice incrédulo mirándome.

- No sé, en autobús o en taxi. – Me río. Caminamos para intentar hallar con el coche.

- Tengo dinero, pero tampoco tanto como para gastármelo en transporte público. – Mira a sus alrededores buscando el vehículo.

- Pero la gasolina es costosa.

- Créeme, me sale más a cuenta que ir en transporte. Además de qué ningún transporte público nos lleva hasta casi la cima de una montaña prácticamente medio desierta de habitantes.

- Un taxi sí. – Se para y me mira.

- ¿Dejarás de llevarme la contraría? – Me río.

- Está bien, está bien. Ya paro. – Pero sigo riéndome. Rueda los ojos para seguir buscando el coche.

- Ahí está. Vamos.

Nos paramos en frente de un coche completamente negro con los vidrios tintados y con asientos traseros. Guardamos las pocas cosas que llevamos en el maletero y me siento en el asiento de copiloto. Yoon Gi se sienta en el de piloto poniéndose el cinturón. Hago lo mismo para que pueda arrancar el coche y ponernos en marcha.

- Pararemos a comprar unas cuantas cosas para arreglar la casa. Y de paso comer algo. ¿Te parece? – Me mira y asiento.

- También deberíamos ir al supermercado y comprar comida.

- No te preocupes por eso, la compré hace dos días.

- Oh, vale.

Hacemos la primera parada en frente de un pequeño restaurante de fideos. Comemos mientras conversamos de la pintura que podríamos escoger para que quede bien el interior de la casa.

Acabamos y nos dirigimos otra vez al coche para ir a comprar los productos de limpieza y la pintura.

Entramos a la tienda y llenamos casi un carro entero de utensilios.

- ¿Ni si quiera tienes una fregona y una escoba? – Me río.

- Hace dos años que no voy a esa casa. Un poquito de compasión por mí por favor. Aagh que frustrante. – Paso mi brazo por sus hombros.

- Venga Yoon Gi, no te enfades. – Digo todavía riéndome.

- Oye niño, ¿qué ha pasado con el hyung?

- ¿Estoy obligado a decirlo siempre o qué?

- ¡Pues sí, porque soy tu hyung! – Sigo riéndome.

- ¿Siempre refunfuñas tanto?

- ¿Y tú siempre te estás riendo?

- A decir verdad, hace mucho tiempo que no me reía así. Lo echaba de menos. – Aparto mi brazo sonriendo con añorancia. – La última vez que me reí así fue cuando fui al parque de atracciones con mi madre. – Pone su mano en mi espalda acariciándola mientras seguimos caminando por los pasillos. Lo miro. – Así que gracias por hacerme reír de nuevo hyung. – Le sonrío.

- No hay de qué. Pero, ¿no sería mejor reírte de algo que no sea de mí? – Comienzo a reír otra vez. – Y ahí vamos otra vez.

- Lo siento hyung, es que eres muy gracioso. – Sigo riendo.

- ¡No estoy siendo gracioso ahora mismo!

Después de escoger el color que íbamos a poner – la cual es de un color anaranjado suave – al fin vamos de camino a la casa.

Mientras escuchamos la radio, me voy quedando dormido poco a poco.



Siento como alguien me coge del brazo para mecerme con suavidad.

- Jimin, hemos llegado. Despierta va. – Me pongo de lado para intentar volver a dormir. – Jimin. Venga va dormilon. – Pone su mano en mi mejilla para mover mi cabeza al otro lado. – Va Jimin. – Ahora coge mis brazos cruzados y tira de ellos para intentar levantarme. – Jimin. – Hago un gruñido y empiezo a entre abrir los ojos.

- Tengo sueño...

- Y lo dice el que ha pasado casi todo el camino durmiendo. El que tiene sueño soy yo que casi me quedo dormido al volante. Ag que envidia te tengo. – Me río. – Y otra vez. – Suelta mis brazos. – Jimin vaaaa, levantaleeee. – Vuelvo a reírme.

- Está bien, está bien. – Me incorporo con total pereza y salgo del coche.

Observo a mi alrededor y lo único que veo son árboles y más árboles. Pero es un bonito lugar.

- ¿Te gusta? – Asiento. – Genial. Ahora ayúdame a sacar las cosas y meterlas dentro. – Da media vuelta para ir a abrir el maletero. Me río. Me mira. – Enserio, ¿qué te hace tanta gracia?

- Tú.

- No, eso ya lo sé. – Voy hasta donde se encuentra siguiendo riéndome. – Pero, ¿qué te hace tanta gracia de mí?

- No sabría decirte el qué con exactitud. Simplemente me haces gracia. – Niega con la cabeza. Coge dos bolsas y me las entrega. Saca unas llaves del bolsillo del pantalón y me las entrega. – Es está llave. Adelántate y abre.

Me encamino a la puerta y abro entrando quedandome mirando el interior. A pesar de que – como dijo Yoon Gi – necesita una buena limpieza, es bonita y grande. Dejo las bolsas en la entrada y vuelvo al maletero para ayudar a Yoon Gi.


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*Señorita Park*

SAVE ME (YOONMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora