Capítulo 1 - La mudanza... Y el Libro

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Joaquín aparcó el coche justo enfrente del sencillo pero característico chalet adosado de su abuelo Carlos. De niño, ese chalet era mil y un mundos que su abuelo (de ahora casi 74 años) le hacía ver: las poderosas Tierras Salvajes, habitadas por fieros dinosaurios; reinos de reyes, princesas y dragones; e incluso los más recónditos y frenéticos rincones de la galaxia. No era para menos, su abuelo, a su edad (Joaquín tiene ahora mismo 18 años) era un friki de los grandes, y un gran escritor por hobby. Siempre escuchaba rock, metal, música ochentera, bandas sonoras... Siempre podías encontrarte a ese entrañable y gracioso anciano viendo películas como Jurassic Park, Star Wars, las películas de Marvel (pero SÓLO las que merecían realmente la pena, según él), y en raras ocasiones, películas Disney. Pero si se le conocía era por inventar mundos, y en eso nadie lo superaba. Y Nadie creería que acabaría terminando la carrera ni tampoco que conseguiría novia.

Pero casi 60 años después, Joaquín y su abuelo eran la prueba viviente de que Carlos se labró un buen futuro.

Joaquín llamó a la puerta y dio en el interfono. La voz de su abuelo, característica, sonó en él.

-A ver, por quinta vez, Guillermo... ¡Que yo no te he quitado nada del jardín, cohone!

-Abuelo, soy yo, Joaquín.-dijo el chico, con una ligera sonrisa y rodando los ojos.

Un ligero silencio se oyó en el interfono.

-¡Coño, Joaquín! Perdona, nieto... Te abro.

El zumbido de la puerta hizo que el chico pasase al chalet que tantos recuerdos le aportaba. Su abuelo, algo gordito, bajó la escalera a la planta baja y vio a su nieto, sonriéndole.

-Perdona, nieto. El vecino últimamente está muy tocahuevos.

-Como si no lo hubiese estado toda la vida, ¿no?-dijo Joaquín sonriendo y dándole la mano a su abuelo.

-Vaya... Estás como yo a tu edad, Joaquín. Clavadito. Tu bisabuela te hubiese confundido conmigo.-dijo el hombre, dándole una palmada en la espalda, y cerrando la puerta.-Bueno, pasa a la cocina, que tengo una empanada de pavo de esta mañana.

-No soy ni la mitad que tú lo fuiste, abuelo. Eso seguro.-El nieto siguió a su abuelo a la cocina, donde se apoyó en la repisa de mármol.-¿Ya está terminada la mudanza?

-Casi toda. Los muebles que sobraban se los he dado a tu tía-abuela África, ella se maneja mejor en eso. Tu tío-abuelo Emilio se quería llevar la tele, pero eso jamás. Se contentó al final con los discos y el ordenador, me aseguró que haría una copia digital de su disco duro. Las películas originales y las consolas y juegos las tiene tu prima Andrea y creo que nada más... Aparte de lo tuyo, por supuesto.-dijo el anciano, guiñándole un ojo.

-Los libros, ¿a que sí?

-Todos los que merecen la pena, claro.-dijo el anciano, antes de reír ligeramente.-Mi amigo Ismael se los iba a quedar, pero tiene su problemilla, ya sabes...

-¿Lo del riñón, no?

-Creo que sí... Anda, come algo, chico. Necesitarás mucha energía para bajar las cajas.

-No hace falta, de verdad. Y abuelo... ¿Dónde te irás cuando vendas la casa?

El anciano había abierto la nevera, ya casi vacía, y sacó una lata de Coca-Cola. Se quedó algo serio y en cierto modo, triste.

-Aún no lo sé. Tu madre me dijo que iba a comprar un piso cerca vuestra, pero nunca me lo llegó a confirmar. Tu tía-abuela África me ha dicho que en su casa tengo sitio. Pero vamos, lo dicho, no lo sé. Lo bueno es que tu tía-abuela vive cerca de vosotros.

La DistorsiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora