Capítulo 4 - El diario de Douglas W. Trevorson (I)

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-¿Ma-Maldito...?-dijo el joven Joaquín, tragando saliva.

-Sí. Está maldito. Lo descubrí mientras leía las historias y el proólogo. Es una señora maldición.

-¿Qué clase de maldición?

-Una muy extraña y poderosa. Quizás provocada por los demonios sellados en el libro.

-Pero... Abuelo, ¿Douglas Trevorson no era escritor? ¿O era algo más?

El anciano Carlos miró a su nieto. Dejó el libro encima de la mesa.

-Creo que esta tarde va a ser larga, nieto. Vayamos a la cocina a por un par de cafés.

A los pocos minutos, abuelo y nieto estaban sentados los dos frente al libro.

-Entonces... ¿De qué se supone que va la maldición? ¿Está relacionada con el escritor?

-En cierto modo. Para comprenderlo hay que saber la historia de Trevorson.

-Pero me dijiste que no hay nada sobre él. Que era muy poco conocido.

El abuelo miró a su nieto con una mirada en cierto modo misteriosa, que hizo a Joaquín mirar al libro.

-Ah... C-comprendo. Es que...

-La historia de Douglas Trevorson fue ocultada. Por precaución.

-Pues sí tiene que ser una maldición poderosa...

El anciano se levantó de su asiento y se dirigió a una de las estanterías. Rebuscó entre las copias originales de lo que escribió en su juventud, y sacó una especie de libreta antigua. Parecía del siglo XIX.

-Esta es la historia, traducida, de Trevorson. Las últimas entradas son de su tío.

-¿En qué año nació Douglas Trevorson?

-Cerca de 1813, no estoy muy seguro. Pero sé que es decimonónico. Cerca de la mitad es cuando empieza lo interesante.

El joven cogió el cuaderno que le dio su abuelo, y abrió una página al azar. Y empezó a leer...

"19 de Septiembre de 1838.

La cena de sociedad ha sido realmente gratificante. Dhomeror's Hodge había visto en pocas y contadas ocasiones tal jolgorio. Personalidades de la sociedad británica han acudido a esta celebración del casamiento entre mi prima Jane y el señor Tonkers. He tenido el placer de conversar con el gran señor Mantell, de Sussex. No para de parlotear interesantes asertos sobre su descubrimiento del reptil fósil que ha denominado Iguanodon. ¡Valiente descubrimiento el suyo! "

Joaquín levantó la cabeza y miró a su abuelo.

-¿Trevorson conoció a Gideon Mantell?

-Sí, el mismísimo descubridor del Iguanodon. Al parecer, el matrimonio Mantell eran conocidos del tío de Douglas, Robert.

El chico dio un silbido de admiración.

-Sigue leyendo. Avanza hasta el...-el anciano se acercó al chico y se sentó a su lado.-15 de octubre de 1841.

-De acuerdo.

Y empezó a pasar páginas. Al parecer, Douglas Trevorson tenía fijación por el ecuador de los meses, entre los días 10 y 20. Así, llegó a las fecha señalada.

"15 de Octubre de 1841.

Esta velada ha sido realmente magnífica. Mis amigos de Candervoll's College me han hecho una visita sorpresa. Hemos hecho una visita al pueblo, Hangroose, y hemos ido a la taberna, que estaban de fiesta. Los muy traicioneros me han hecho bailar con la dulcísima Susan, hija del alcalde. Menuda preciosidad... Me siento muy cómodo con ella, y mis amigos quieren que de el paso para que Susan sea mi querida. Alocados charlatanes... Son grandes amigos, de lo mejor. Después, a las 7 y media, intenpestiva hora de regreso, el encapotado cielo descargó sobre Dhomeror's Hodge un aluvión. ¡Suerte la nuestra de entrar en la villa a tiempo! A la vera del crepitar de las llamas de la chimenea, mi gran amigo Isaac narró historias acordes a las horas nocturnas, y nos invitó a hacer un <<ritual>> para hablar con el Más allá... ¡Viles pamplinas las de esa malaboriosa tabla!"

-¿Hicieron la ouija?

-Sí, pero no una vez. Sino varias. Avanza al 31 de octubre.

El chico asintió, y llegó a la página concreta.

"31 de Octubre de 1841.

Otra vez los de la editorial rechazan uno de mis libros. Lo consideran demasiado "perverso". ¿No eran acaso perversas las obras de ese burdo francés llamado el Marqués de Sade? Pamplinas. Por lo menos, mis amigos de Candervoll's College han vuelto a visitarme. Y otra vez, Isaac, convencido del poderío de su tabla para bobos. Pero hoy... Hoy ha sucedido algo. El vaso, pardiez, se ha movido. No daba crédito a lo que veía. Hasta que John, otro de mis buenos camaradas... Levantó el dedo asustado del vaso. Un trueno le desvió la atención un momento, asustado.

Nos quedamos conmocionados por tal locura de John, pues Isaac nos insistió que no levantásemos la mano bajo ningún concepto o algo terrible sucedería. Tras recoger y limpiar, decidimos olvidarnos de este asunto y dormir. No se cuántas veces me he santiguado ya, pero noto algo en Dhomeror's Hodge que no me gusta..."

El chico miró a su abuelo algo temeroso, tragando saliva.

-Así que... Trajeron... Algo del...

-Sí. Algo consiguió entrar en nuestra dimensión a través del susto de ese tal John. Avanza al 1 de noviembre.

-Abuelo, no sé si esto es buena idea.

-Tranquilo. Lee, no pasa nada. El diario no está maldito.

Tras tragar saliva de nuevo, el chico avanzó hasta la fecha indicada.

"1 de Noviembre de 1841.

He visitado la capilla del pueblo, y he conversado después con la dulce Susan. Mis amigos se fueron a las 5, y con gran pesar les despedí. Mi tío está con mi prima Jane, pues ha cogido el primer carruaje de las cuadras nada más enterarse del parto de su hija. Esta noche era tranquila y sosegada... Pero he oído con claridad mi nombre. Susurrado. Alcé la voz, buscando al culpable de tal treta. Pero no había nadie conmigo. O eso creía yo... Hasta que algo me puso la mano en el hombro."

Joaquín dejó el libro encima de la silla que tenía enfrente, como si ardiera como un tizón. Se santiguó con torpeza.

-Me cago en todo... Abuelo, ¿e-está en serio...?

-Sí. No trajeron precisamente un espíritu, pero lo que se sabe a través de ese párrafo es que no era benigno.-dijo el anciano, con seriedad.

-¿Al... Al Diablo? ¿Trajeron al Diablo sin saberlo?

-No es el Diablo. No lo creo. Pero ese ente y Trevorson mantuvieron una estrecha colaboración.

-E-el libro... ¿Verdad?

El anciano miró al susodicho tomo, que estaba encima de la mesa, asintiendo con suavidad.

-Avanza hasta el 1 de enero de 1843.-dijo el anciano, mirando el libro como si lo odiase.

-N-no puedo... Esto me aterra.

El anciano miró a su nieto, y alargó  el brazo para acercarlo a él.

-Tranquilo. Sé que es difícil de asimilar, pero es sólo texto.-dijo el anciano, palmeándole un poco la espalda.-No te va a dañar.

-Lo sé. Pero... Aún así, abuelo... Es real. Es un diario. Una experiencia real.

El anciano quedó con la palabra en la boca, pues su nieto tenía razón.

-Hagamos un descanso, ¿te parece?

-Sí, abuelo.

Ambos se levantaron de la cama, y Joaquín cerró el diario de Trevorson. Lo dejó en la mesa antes de salir de la habitación.

La DistorsiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora