Capítulo 7

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SAÚL

Unos ruidos extraños hacen que me levante de la cama. Si no me equivoco, proviene de la cocina. Todo está oscuro, pero no voy a encender la luz. Me escondo entre la oscuridad y observo como Elena está medio subida en la encimera intentando coger un plato del armario. Y digo media, porque tiene una rodilla apoyada en ella y la otra en el suelo de puntillas. Una postura bastante rara. Veo como la camiseta se le sube, dejando un hermoso trasero al descubierto. El día de la playa me dejó bastante claro que tiene un cuerpo de escándalo. Pero algo me dice que ella no se ha dado cuenta. Aquel día me hizo sentir cosas muy raras. Tuve que contenerme para no besarla y hacérmelo con ella delante de todos.

-¿Quién anda ahí?- Pregunta asustada. Mira de un lado hacia otro. Cuando se da la vuelta, sigilosamente me acerco a ella y cuando estoy cerca de su oído le susurro.

-Buh.- Da un salto mientras grita y tropieza conmigo haciendo que se caiga encima de mí. Noto como esconde su cara en mi cuello y agarra mi cuerpo como si al soltarlo pudiera caerse de un rascacielos. Escucho pequeños jadeos provenientes de ella y poco a poco se va relajando.

-Te voy a matar.- Me susurra.

-Inténtalo.- Respondo. Poco a poco se va levantando hasta quedar sentada sobre mí. Me mira por unos segundos y después se levanta. Coge todo lo que hay en la encimera y se dispone a irse.- ¿No ibas a matarme?

-Vete a la mierda, Saúl.- Dicho esto sube las escaleras y se encierra en la habitación de mi hermano. Parece ser que hoy se queda a dormir. ¿Acaso están juntos? ¿O simplemente son follamigos? Ander está enamorado de ella a más no poder, se nota.

-Saúl...- Irene llama mi atención y vuelvo a ir a mi habitación. La cojo haciendo que sus piernas se enreden en mi cintura y la vuelvo a hacer mía. En varias ocasiones, la cara de la niñita Elena se pone en la cara de Irene e imagino que lo estoy haciendo con ella. ¿Por qué me tiene que joder hasta en mis folladas? Intento eliminarla de mi mente pero no puedo. Ella sigue ahí, debajo de mí y yo entre sus piernas enseñándole el paraíso.

-Eres... hermosa... Elena...- Digo mientras la beso. No soy de besar, pero no puedo contenerme con ella.

-Yo... no soy...Elena...- La callo con otro beso y me corro a los segundos dentro de ella.- ¿¡Qué haces!? ¿¡A qué viene eso!? ¡Menos mal que me tomo las pastillas anticonceptivas, estúpido! ¡No quedamos en hacerlo así! ¡Y yo no me llamo Elena!- De un movimiento se levanta y se marcha. No me creo que haya pasado esto. Esa maldita cría... ha sido capaz de meterse en mi mente y jugar con ella a su antojo. Y yo como un idiota me dejo llevar por su belleza.

-¡Joder!- Digo mientras le pego a la cama aún tumbado. Ya me ha jodido el polvo mañanero.

La luz entra de lleno en mi ventana y me levanto. Parece que ayer me quedé dormido desnudo. Me doy una ducha rápida y me pongo un pantalón de pijama. Decido salir a desayunar y me encuentro con Ander y la niña en la cocina. Los ojos de esta se posan en mí y una oleada de vergüenza me inunda por completo.

-Buenos días.- Dice Lola cuando me ve. Pienso unos segundos si sentarme con ellos y decido hacerlo. Ander me mira, esperando a que le suelte alguna burrada como acostumbro a hacer pero no tengo ánimo de hacerlo.Cuando Lola me trae los gofres, los devoro al instante. No sé por qué pero el apetito se me ha abierto de golpe. No suelo comer mucho por las mañanas.

-Tienes... sirope.- Dice Ander muy pegado a la niña. Mis ojos se posan en ambos y veo como mi hermano le pasa un dedo cerca de los labios para quitarle el sirope. Ella abre sutilmente los labios y se queda quieta. Después de hacerlo se chupa el dedo y esto provoca una risa tonta en la mocosa.

-Gracias.- Ella sigue comiendo y Ander se queda mirándola como un completo imbécil.- Hoy vendré con Carla, espero que no te importe. Necesita tu ayuda en álgebra.- A mi hermano se le cambia levemente el semblante, supongo que por decepción a no quedarse a solas nuevamente.

-Para nada.

-Voy a recoger mis cosas, Ander. Tengo que pasarme por mi casa y cambiarme y solo queda media hora.- Elenita se levanta y no puedo evitar seguirla con la mirada hasta que desaparece de mi campo de visión. Me percato de que Ander ha hecho lo mismo.

-¿Estáis juntos?- Pregunto sin más. Este se queda callado un instante y posteriormente posa sus ojos en mí.

-Somos buenos amigos. Nada más.- Y eso es algo que te molesta, hermano.

-Pues mis ojos ven que estás coladito por la niña.- Ander me mira con algo de odio y sorpresa. Parece que va a decir algo pero cuando abre su boca no sale nada.

-No te metas en mi vida, Saúl.- Justo en ese momento, el amor platónico de mi hermano aparece en la cocina con otra ropa diferente.

-¿Nos vamos?- Dice esta. Ander se levanta y antes de irse, esta le da un beso a Lola. ¿Por qué la gente de esta casa está tan apegada a ella? Supongo que es una pregunta sin respuesta.

Termino de desayunar y me visto para ir al gimnasio. Como cada día, no hay mujer que no se me acerque para pedirme el número y coquetear conmigo. Al principio me gustaba, pero ya me va cansando poco a poco. Dentro de poco trabajaré en la empresa de papá y tengo que dejar de hacer este tipo de cosas. Pero necesito tener mi mente en otro lado y no pensar en... Alysson. Cuando murió, me quede totalmente destrozado. Incluso pensé en quitarme la vida para así estar con ella. Pero entré en razón y antes de ahogarme en mi depresión regresé a España. Si pasaba solo un día más en nuestra casa, la locura se iba a apoderar de mí.

-Hola, guapo.- La voz de una chica me saca de mis pensamientos. Es alta, esbelta, morena y tiene demasiado gloss en los labios.- ¿Sabes que no es bueno beber solo?- Algo en mi cabeza se activa cuando su apariencia empieza a recordarme a mi difunta prometida.

-¿Y por qué no bebes conmigo?- La chica sonríe y se sienta a la vez que se cruza de piernas. Es una mujer muy hermosa, de esas que siempre salen en las películas de triángulos amorosos. No es como las que suelo llevarme a la cama; tetas y trasero operados, labios llenos de Botox y sobretodo rubias. No quería acostarme con ninguna que fuese morena.

Por lo visto, la chica se llama Johana y tiene un par de años más que yo pero no los aparenta. Tiene su propio negocio de productos cosméticos. No tiene pareja ni tiene hijos. Con eso ya se ha ganado toda mi atención.

-Eres muy divertido.- Dice mientras se ríe por un comentario que he hecho.

-Y tú demasiado hermosa como para estar sola en un sitio como este.- Mis palabras provocan nerviosismo a Johana y un rubor aparece en sus mejillas.

-No es la primera vez que vengo sola. Necesitaba evadirme de todo un rato y que mejor que emborracharse hasta perder la conciencia.

-Comparto tu filosofía.- Digo alzando mi copa y bebiéndola de un trago. No sé por qué pero, tengo ganas de conocerla más. Me parece una mujer muy interesante.

-Pues, compartámosla en tu casa. ¿Qué dices?- Su forma tan directa de decir las cosas hace que acepte sin pensármelo dos veces.

-Después de que te enseñe mi filosofía, no vas a querer tener otra que no sea la mía. Te lo voy avisando.- Le susurro mientras salimos del bar y esta ríe. Va a ser divertido.

Más que amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora