Capítulo 7

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Desperté en el mejor lugar del mundo, olía delicioso, estaba tibio y cómodo.

Sabía que estaba sobre el pecho de mi padre y que si me movía lo despertaría, tenía su brazo alrededor de mi cintura estaba completamente pegado a él.

Podía sentir su corazón latiendo.

- Se que estas despierto.

- No deberías de usar tu super poder de abogado con tu hijo.

Su corazón latió más rápido, será porque hablé sin despegarme de su pecho y mi aliento le enchinó la piel.

- Necesito levantarme.

- No, no quiero moverme.

Lo apreté mas fuerte con mis brazos y piernas.

- Andrew ya no eres un niño, necesito levantarme esto es incómodo.

- ¿Desde cuándo?

- Desde que anoche estabas en un bar gay embriagándote. Si te comportas como un hombre dejas de ser un niño.

Estaba jadeando como si le costara respirar, me subí en su regazo y atrape sus manos sobre su cabeza.

- ¿Por qué? No lo entiendo. Tu querías que buscara un novio, ¿por qué ahora es incómodo?

- Bájate, suéltame.

- No, yo no soy quien quiere ser un hombre, tu eres quien quiere que lo sea, yo quiero seguir siendo tuyo.

Me descuide y de pronto estábamos al revés, estaba debajo de él con mis brazos atrapados en sus manos, era muy fuerte, nunca había usado esa fuerza mientras entrenábamos o me reprendía, pero tenia que serlo si siempre que me dormía en el sofá amanecía en mi cama.

- Tú no lo entiendes, yo quiero que seas mío, de la peor manera.

Sus ojos tenían un fuego extraño, que me quemaba.

Sentí pación. Una extraña sensación se produjo en mi entrepierna y me sentí avergonzado.

- Quítate, suéltame.

- Mírame.

Yo había desviado mi mirada avergonzado, no quería que viera en mi rostro lo que sentía, aunque estaba seguro que podía sentirlo ya que estaba sentado sobre mi entrepierna.

- Mírame. Quiero que me mires.

- No puedo, tengo miedo de que me alejes, de darte asco.

- Jamás te alejaría de mí, te amo Andrew.

Sentí su aliento muy cerca de mis labios, después un beso y otro más.

- Ayer querías que te besara, ¿Aun lo quieres Andrew?

- Si.

Sus labios eran suaves y tibios, y el beso fue lento, muy lento.

No podía pensar en nada, mi mente se apagó y todos mis sentidos estaban concentrados en sus labios, podía escuchar mis gemidos y los suyos, y sentir con mis manos la piel tibia de su espalda, fue un beso eterno, y el pecho comenzó a quemar por aire, pero no quería parrar.

Él fue quien se alejó de mí.

- Mirarme Andrew.

Su cabello estaba revuelto, sus ojos vidriosos y los labios rojos, me miraba con hambre, pero no estaba asustado, quería más.

Las Leyes del Amor 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora