La Vida De Fabiola

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Narra Mateo

El frio quemaba el blanco rostro de Fabiola hasta tornarlo un poco rojo, sus ojos color miel estaban hinchados por las lagrimas. Nos encontrabamos en el panteón de Mérida, con mis brazos rodeaba a Fabiola mientras observaba el ataud de su madre bajar por el profundo agujero donde sería sepultada. Ella se separo de mí para tomar un puño de tierra ebtre sus manos y aventarlo al pozo donde reposaba el cuerpo de su madre, después de hacerlo una lagrima corrio por su rostro, me miro fijamente, desvío la mirada y se retiro ante la vista de todos. Intente seguirla, pero fue un intento fallido, no la encontre por ningún lado, camine varios minutos, hasta que logre verla, camine hasta ella, estaba sentada a un costado de la entrada de la puerta del panteón, recargada en la pared.

-Respira- Dije acompañandola

-Aveces... quisiera dejar de hacerlo- Respondió en un sollozo

-Aveces queremos pero no deseamos, aveces queremos lo que menos necesitamos- Dije volteando a verla

-No tienes idea de lo que es perder a tu madre- Dijo llorando y moviendo sus manos

-No, quizá no, pero no te entiendo, tú no pasaste demasiado tiempo con tu madre- Dije entrecerrando los ojos

-Creéme, no es el lugar- Dijo negando con la cabeza

-Ven- Dije ofreciendole una mano y saliendo del lugar

Mientras caminabamos ella no levanto la mirada, simplemente comenzo a hablar sin siquiera voletar a verme.

-Fue cuando tenía 6 años, mi madre comenzó a alejarse de mi papá, y él trataba de acercarse a ella, pero era caso perdido, mi papá no entendía las razones por las cuales mi mamá se estaba alejando y mucho menos yo, pero unos meses después, mis padres llegaron discutiendo- dijo con la voz quebrada y yo la tome de la mano -Mi mamá le dijo que estaba arta, entro a la recamara y comenzo a sacar todas las pertenencias de mi papá, luego las mias, hasta que solo quedo lo suyo, después nos dijo que no quería volver a vernos... pero paso el tiempo, ella me buscó, intento separarme de mi papá, pero yo me negué, pero accedí a que ella me frecuentará, visitas, llamadas por telefono, mensajes de texto, pero nunca supe lo que era tener el amor y la comprensión de una madre... ¡Pero ahora resulta que se muere! ¡Y entonces unos días antes de morir, unos meses antes de morir se compadece de su hija! ¡Dime, Mateo! ¡¿Acaso eso es amor?!- Dijo alzando las manos y la voz para después dejar salir las alborotadas lagrimas que se encontraban

-Tranquila, sientate- Dije abrazandola y guiandola hasta una banca

- somos imperfectos- Dijo limpiandose las lagrimas

-No, pero, ¿Sabes? lo imperfecto suele ser perfecto para crear un mundo perfecto dentro y fuera de alguién- Dije mirandola con ternura y ella suspiro

-¿Sabes? Tú eres imperfecto, pero perfecto para crear un mundo perfecto para crear un mundo perfecto dentro y fuera de mí, un invento- Dijo sonriendo

-¿Un invento?- Dije frunciendo el seño

-Sí, dicen que lo perfecto no existe, entonces nosotros crearemos lo perfecto- Dijo tomando una de mis manos

-Y lo perfecto es...- Dije en tono de pregunta

-El amor- Dijo sonriendo tiernamente

-¿si?- dije dedicandole una sonrisa

-Sí, el amor, perfecto para unir- Dijo mientras el viento movia su rizado cabello

-Incluso a los que se odian- Dije acariciando su helado rostro

Como tpu y yo ¿recuerdas?- Dijo sonriendo

-Creéme, es inolvidable- Dije dedicandole un sonrisa

Esa charla enserio me dejo en un shock express, pude haberme imaginado cualquier cosa de Fabiola, excepto eso, debo admitir que su historia suele tener más bajadas que subidas. Ver su rostro ahogado en el llanto, los recuerdos y la tristeza ha sido una terrible experiencia, y vivir lo que ella ha vivido, debe ser aún peor. Definitivamente puedes pasar de un gran estado de euforia a un estado de agonia en menos de un microsegundo con tan solo escuchar su triste historia de abandono, y no se si el hecho de que la madre de Fabiola ahora este muerta sea un pro o un contra, pero haría lo que fuera para que el inmenso dolor de Fabiola desapareciera, de eso estoy completamente seguro.

Unas horas después Fabiola se encontraba en su habitación descansando, convencerla de que se acostara a dormir definitivamente resultó muy dificíl, pero no hay nada que no se arregle sin un ataque de cosquillas y dos besos para los dulces sueños. Sabía perfectamente que la felicidad de Fabiola no estaba en mis manos, sino en las suyas, justamente por esa razón me planteo una vida de poeta, de un filosofo, pero en realidad soy solo un mundano, un energúmeno que busca la timida y traviesa sonrisa de un chica,  pero no cualquier chica, sino la chica que ocupaba el lugar de el amor de mi vida, el único.

Regla Numero 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora