El primer latido

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Jamie

Paso por cada escritorio mientras los estudiantes escuchan atentos la lectura; palabras llenas de tragedia y melancolía salían de mis labios mientras leía algunos párrafos de la novela de Ian McEwan, "Expiación". Muchos de ellos se encontraban tomando nota o simplemente escuchando, mi vista se fija en la joven que había ayudado hace unos días atrás. Su mirada no se despegaba de la ventana y por simple curiosidad miro por la ventana: el día estaba soleado, el cielo brillaba en un azul celeste que podría enceguecer a una persona aunque no había nada fuera de lo normal. De repente vi lo que ella estaba admirando: la belleza de la naturaleza. Un pájaro se posó en una rama donde había un pequeño nido, desde está distancia se podía visualizar a tres de sus crías; la voltee a ver y una sonrisa adornaba su rostro.

Era gratificante ese cambio que mostraba frente a las personas.

Continué leyendo pero en mi cabeza volvía a recordar cuando la encontré en la piscina al borde de la muerte y horas después atemorizada con solo el contacto de las personas. Un internado tan prestigiado como esté se suponía que debía tratar a los estudiantes como joyas a proteger y más a una de las mejores estudiantes del todo el país. Amelia Rose Loveless ha recolectado logros que una persona promedio le sería difícil de alcanzar en un año. Nadie ha conseguido superarla en esté lugar por al menos seis años, era una prodigio.

El timbre suena y los alumnos se van retirando del salón rápidamente hasta quedar vacío. En el tablero estaba anotado la actividad a realizar, me acerco a mi escritorio y observo una pequeña pinza de gato en él. Recuerdo haberlo encontrado en mi baño al día siguiente del incidente, lo he traído conmigo todos estos días pero no quiero dejarlo ir.

Lo guardo en mi bolsillo y salgo del salón. Me apoyo sobre un soporte y admiro las instalaciones del Saint Patrick; en esté sección se encontraban los salones de clase de los grados mayores en otra la de los grados menores. A lo lejos se podía ver las canchas de diferentes deportes tales como baloncesto, futbol, tenis y otros más para los estudiantes cuando querían hacer deportes al aire libre. El lugar era tan grande que fácilmente podrías perderte, visualice un lago el cual he tenido planeado de visitar desde que llegue.

Camino feliz hacia la cafetería y me detengo al ver a Theo junto a otros maestros. Me acerco a él tratando de sorprenderlo pero mi respiración se detiene al ver a una de mis colegas. Parecía una ninfa, su hermosura dejaría en shock a cualquier que la viera por primera vez.

Su cabello era lacio y largo hasta su espalda, su sonrisa era encantadora ¿acaso uno puede enamorarse de una sonrisa? Sus ojos verdes podían compararse con las esmeraldas, podía verla todo el día y no cansarme de ella, aquellos ojos lanzan un hechizo a cualquiera que osa observarlos. Aquellos ojos me están observando.

—Hola. —dice.

Todos voltean a verme y Theo me pide sentarme a su lado. Lo hago bajo la miranda de aquella ninfa, mis ojos no se separan de ella en ningún momento.

—Chicos, este es Jaime Gray, el profesor de los "brillantes"—comenta Theo mientras me señala—. Jaime, estos son Mauricie, profesor de biología, Penny, profesora de arte y Anne, profesora de historia.

Cada uno me saluda con cortesía y mi corazón comienza a latir como si hubiera corrido un maratón cuando estrecho mi mano con Anne. Escucho su conversación sin estar en ese lugar, mis ojos en cada momento se desvían hacia ella y me fascino por su belleza; cada vez que sus ojos se ubican en mí, desvió sin querer mi mirada tratando de no ser atrapado.

— ¿Cómo lo tratan los seniors, profesor Gray? —pregunta mientras bebe de su taza de café.

—No son tan rudos, en realidad ya no le veo el sentido de enseñarles literatura. Son muy impresionantes en realidad aunque la carga de saber que son hijos de empresarios y ministros me tiene un poco nervioso ya que no sé si puedo decir algo y tal vez a ellos no les agrade.

Como encontrar el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora