5. La conversación

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Los problemas familiares siempre están ahí, por más ocultos que estén.

Mi padre me había dejado muy pensativa con lo que me había dicho, por lo que decidí buscar a mi madre.

Esperé un rato a lo que ella llegara, no tuve que bajar ella subió a mi habitación, por suerte ya no estaba llorando.

Abrió mi puerta y me vio sentada en la cama, abrazando mis rodillas y dijo, —Creí que ya estabas dormida.

Su olor ha alcohol inundaba todos mis sentidos, no dije nada, sólo estaba ahí mirándola, con un sin números de sentimientos pero el que más resaltaba era el odio, no podía odiarla mi padre tenía razón ella a sido la única que ha estado ahí para mi desde siempre.

—¿Hija estabas llorando de nuevo?
Me preguntó al ver mis ojos hinchados y rojos.

—No pasa nada mamá, descuida, deberías irte a dormir estas muy borracha.

—Sabes que estoy aquí para lo que necesites, y no, no me iré hasta que me digas la razón de que tus ojos estén así. Aunque este borracha no quiere decir que no estaré para mi hija cuando me necesite.

—Mamá en serio no pasa nada.

Se recostó en mi cama, ella está exhausta, le acaricié el cabello un rato, hasta que se quedó dormida, le quite los tacones y la cartera y la heche a un lado en un susurro le dije—Gracias por todo mamá, buenas noches.

Y me fuí, mamá se había quedado dormida en mi cama, se veía tan vulnerable y yo no quería hacerle daño de ninguna forma, me fui a la sala y me quede sentada en el sofá, con las piernas cruzadas, eran ya las 12 de la noche, luego abrí la puerta silenciosamente y me senté en las pequeñas escaleras, escribía en mi diario mientras contemplaba las estrellas.

"La vida puede golpearte tan fuerte que creerías que no hay solución, pero la verdad si la hay, siempre hay una solución aunque creas que es imposible que la haya".

Esas fueron las últimas palabras que escribí en mi diario, busque un cigarro y volví a sentarme afuera.

El fastidioso chico estaba llegando a su casa, se percató del humo que emanaba de mi cigarro y se acercó a mi.

—¿No es molestia que te haga compañia?

Empezaba a caerme bien aunque fastidiara tanto.

—Claro puedes.

Se sentó a mi lado, y no decía nada, había un silencio eterno pero no era incómodo, solo era silencio. Para romper el hielo hablé, —Sabes que nunca me has dicho tu nombre.

Le dije mientras inhalaba el humo que salía de mi cigarro.

El me sonrió y me dijo—Axel, mi nombre es Axel Barlow.

Eso respondía mi pregunta el era el hijo de Benito, el presidente municipal.

—Oh, eres el hijo de Benito.

—Sí, es un gusto, nunca me dijiste tu nombre completo aquel dia, ¿Cuál es?

—Soy Bárbara Collins.

—Como Cristina Collins, wow, esa mujer es mi ídolo de verdad, es tan increíble y la mejor abogada de todas, he investigado sobre todos sus casos y es simplemente inigualable.

—De hecho, soy su hija.

El parecía muy sorprendido al saber que hablaba con la hija de su ídolo, la verdad no entendía por que, solo es una mujer normal.

La tragedia de Bárbara CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora