Prólogo

31 4 0
                                    

Dimensión sagrada

Narra Magia

– Es grandioso ver como crece – opina Luna – Solo han pasado dos años y ya es como una niña de seis años.

– Cumple cada cuatro meses, si nos guiamos por su apariencia – digo mientras miro a Meredith practicar con sus poderes mientras juega.

– Aunque los está desarrollando muy rápido – indica Maldad – Ya el otro año tendrá que irse.

– Yo no quiero que se vaya - dice Luna mirándola con ternura – Apenas es una niña, y ya es como nuestra hija, quisiera que se quedara y no recordara nada.

– Le hicimos una promesa, no podemos romperla – les recuerdo – Un Dios jamás rompe sus promesas.

– Lo sé, solo que es difícil, es diferente cuidarla a verla crecer – comenta Luna con un eje de tristeza.

– Si que lo es, pero también hay que pensar que allá la están esperando y no podemos defraudarlos – agrega Maldad y asiento.

– Sí, supongo que tienes razón – dice Luna y comienza a caminar hacia Meredith.

Meredith se ha vuelto una niña fuerte, valiente y segura de sí misma, ya no es aquella niña llena de miedo, ahora es una niña segura que no le teme a nada, tal y como prometimos que sería.

Luna habla con Meredith de algo y ella asiente animada para después comenzar a correr por todos lados mientras Luna la persigue para atraparla. Sonrío inconscientemente y alejo de mi mente todo lo que me recuerda que pronto se irá de nuestro lado, concentrándome en el presente y nada más.

Un año después

Narra Luna

– No, prometo dejar de jugar, haré lo que me digan, no me abandonen – dice Meredith.

– Vamos pequeña, te explicamos la razón – dice Magia – Vas a ir a un lugar mejor y ahí te enseñarán todo lo que te falta por aprender.

– Pero, ¿podré regresar?

– Claro, todo Dios puede venir aquí y eso te incluye a ti – digo – Eres la mejor Diosa que existe y podrás venir cuando quieras.

– ¿Cuándo yo quiera?

– Cuando tu quieras – informa Maldad y ella sonríe – Solo que podrá ser hasta que hayas pasado tu entrenamiento.

– Si – responde contenta y nos abraza.

En cuestión de segundos la tristeza que sentía porque se iba fue reemplazada por felicidad y tranquilidad. Me sentía tan bien, como si Meredith me hubiera hecho algo a la hora de abrazarme.

– Estoy lista – informa Meredith separándose de nosotras.

– Bien, vamos – dice Magia y la toma de la mano.

Las cuatro cerramos los ojos y nos teletransportamos a la dimensión en la que Meredith se va a quedar.

– ¡Es hermoso! – comenta Meredith mirando el lugar.

Árboles de diferentes colores, al igual que las nubes, los lagos, los ríos y las flores.

– Aquí vivirás hasta que sea el momento de irse – le informa Maldad.

– ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? ¿Y si fallo? – pregunta Meredith preocupada.

Es sorprendente ver cómo, a pesar de ser una niña, se preocupa tanto por si es lo suficientemente buena.

La Elegida: Mi destino finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora