Capítulo 1: Poder y Orden

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[Música de ambientación/inspiración]


Una voz fría hacía eco en toda la corte real que permanecía en un silencio mortífero, acentuando con más fuerza la gélida voz del Rey. Éste leía la carta de la Reina de Arendelle con una sorprendente calma, pero todos en la corte sentían la tensión en sus palabras. La furia tranquila estaba allí, debajo de su piel.

Ante él, a metros del estrado del trono del Rey, estaba de rodillas y encadenado siendo escoltado por dos guardias, el decimotercer príncipe las Islas del Sur; Hans Westergaard.

-"El Príncipe Hans de las Islas del Sur, ha sido acusado y confirmado de alta traición por conspirar contra la recientemente coronada Reina de Arendelle, Elsa. En consecuencia, el responsable fue encarcelado y expulsado del Reino. El acusado en cuestión trató de usurpar la corona al planificar el asesinato de Su Majestad la Reina Elsa, y casarse con la siguiente heredera al trono, la Princesa Anna." -El Rey se detuvo para mirar a su hijo, pero éste solo miraba el suelo.

No habría pasado más de una semana desde el incidente de Arendelle, pero su señor padre y la Reina Elsa ya habrían puesto cartas en el asunto.

El Rey de las Islas del Sur tenía los labios tan finos y apretados, que casi parecían desaparecer de su rostro, su cabello era castaño cenizo con líneas de canas en los costados de su cabeza, tenía entradas y una frente ligeramente amplia y arrugada por el tiempo. Llevaba una barba colorada bien cortada, con algún que otro pelillo grisáceo, y sus ojos eran tan fríos como el viento invernal.

Leía la carta con pausa, procurando que cada palabra sea tan filosa y penetrante como una daga que apuñala con certeza la ya debilitada mentalidad de su hijo, el príncipe Hans. Pero el joven nunca objetó, no tenía por qué.

Nunca confrontó a su padre.

-"Por órdenes de la Reina, permite que el destino del Príncipe Hans quede a disposición de su propia familia, y demanda directamente al Rey de las Islas del Sur, que firme un decreto real de Tregua permanente. La Reina de Arendelle está dispuesta a mantener la paz y prosperidad de cada casa real, con la condición de no recibir ningún tipo de intercambio socio-político o mercantil. Tampoco se aceptará algún tipo de invitación, relación o intercambio social con cualquier miembro de la familia real de Westergaard, a menos que se trate de un acuerdo diplomático pacifico. Firmado, por su Majestad, la Reina Elsa... -El rey hizo una pausa para acentuar los últimos fragmentos de la carta -...de Arendelle."

El Rey de las Islas del Sur se mantuvo callado por unos minutos mientras examinaba la carta con desinterés. "Se deshará de mi finalmente" reconoció con abatimiento el príncipe. Con delicadeza, el rey dobló la carta y se la entregó a su mayordomo para que la guardase. Se escuchaban murmullos en la corte, y algunas risas no tan disimuladas. Hans supo de inmediato de quién era cada risa. Cada una de ellas.

Miró a su alrededor sólo para convencerse así mismo que aquello estaba pasando de verdad, de que estaba siendo sentenciado por su propio padre bajo su propio hogar. Moriría bajo su propio nombre, bajo su propia sangre. No debería extrañarlo tanto, pero la situación era esa, y así es como se sentía; perdido, abrumado, confundido.

Bajo el mar de rostros desconocidos de nobles, ladies, sirvientes y sirvientes curiosos, localizó el de su madre con inesperada facilidad. Y lo vio en sus ojos. Vio la decepción, la tristeza y desamparo en sus ojos verde agua. Llevaba su pelo caoba perfectamente peinado en alto, rulos que enmarcaban sus angulosas facciones, con la mitad inferior del pelo suelto bucleado. No llevaba maquillaje. De hecho, su rostro estaba hinchado, rojo y congestionado. Estuvo llorando, dedujo Hans. No supo por cuánto, pero si ni siquiera tuvo el ímpetu para cubrirlo, es porque estuvo afligida durante una considerable cantidad de tiempo.

El Príncipe Malvado [Frozen fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora