El Príncipe Malvado [Frozen fanfic]

Capítulo 7: El precio del Trato

Día uno después del Trato.

Su padre lo había llamado a una charla privada con él.

—Deshazte de los libros de Hans.

—Pero padre, la biblioteca es-

—No me refería a toda la biblioteca, Lars. ¿Me tomas por idiota? — Respondió tajante el Rey Frederick, jamás abandonando la fría elegancia en su voz.

Lars no respondió. No le daría la satisfacción a su padre de dejarse intimidar tan fácilmente. Su padre prosiguió.

—Me refería que quiero que te deshagas de los libros innecesarios de Hans. Todo que le pertenezca a el. Incluso esos diarios que tu abuela le regaló.

Los libros de la infancia de ambos. los libros de su madre, de su abuela. Esos libros.

El recuerdo súbito de esos libros habían regresado de sus pensamientos. ¿era este el precio que debía pagar? ¿Sería esta la señal que las Voces estaban dando? El joven no podía saberlo con certeza, pero esos libros... fueron los que originaron todo el caos y la mala suerte en su familia. esos libros de magia... y la reina de las nieves, Elsa.

el príncipe Lars sabia que Hans era el único culpable de sus propios errores, pero jamás pudo quitarse de encima la desconfianza hacia la reina de hielo. Cualquier fuente de magia era brujería; nada bueno puede venir de lo inexplicable, la existencia de las Voces era la prueba. Probablemente la reina Elsa es de la misma estirpe o algo parecido. O tal vez...

Si su prueba de lealtad era deshacerse de todo ápice y recuerdo de magia de la familia Westergaard, entonces Lars lo haría.

Obedeció a su padre, y se disponía a retirarse del estudio de su padre, hasta que éste lo llamó.

—Lars.

—¿Sí, padre?

"Padre" pensó Lars incomodo, llevando el peso de su cuerpo de una pierna a otra.

—esta reina de Arendelle, Elsa. La llaman la "reina de las nieves". ¿Por qué es eso?

—Asumo que es una alusión a su semblante distante y personalidad fría. Sin olvidar que Arendelle está más cerca de verdadero norte.

—He oído rumores y anécdotas de algunos de nuestros comerciantes, campesinos y otros lores. ¿Tú que opinas de esto, Lars?

el Rey Frederick se levantó de su silla y fue a servirse una copa de vino. Ofreció otra para su hijo, pero éste se rehusó. Allí estaba, ese brillo especial en sus perspicaces ojos grises. Estaba poniéndolo a prueba, Lars podía intuirlo por la manera intensa de mirarlo. Pensó en dar la clásica respuesta evasiva, la más sensata, pero Lars ya no conocía lo que era sensato o qué no, por lo que respondió con cauta honestidad.

—Escuché rumores también. Juzgando por la cantidad de personas que comentan sobre ella, diría que es probable que lo que se dice de ella, sea real.

—¡Ja! las fantasías de campesinos que fueron aislados durante dos décadas no me importan mucho. Pero, en el hipotético caso de que fuese cierto. ¿Qué harías en mi lugar?

Lars fue tomado por sorpresa. imaginó que el rey tendría esta clase de conversaciones con Caleb. No supo que contestar, incluso si hubiese querido dar una respuesta. Su padre dio un trago del vino, y contestó su propia pregunta.

—Si la reina Elsa resultase ser esta poderosa bruja del invierno que la gente tanto habla, quiere decir, que cualquier confrontación directa es arriesgado. Ésta es su ventaja por ser extraordinaria, sin embargo, lo extraordinario tiene su defecto también; son el Otro. No son esencialmente humanos, y ¿Sabes que es realmente lo que mueve el corazón de las personas ordinarias? Miedo. El miedo a lo desconocido. Miedo al Poder y la Grandeza.