Sin título

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Tu eras la melodía,
diseñaste mis laureles con esmero,
supiste armar mis piezas
y en tu silencio, abundaba paz.

Tu voz reside en los sueños
de un chico hambriento,
deseoso de tocar y jugar con tu cabello,
de definir el sentimiento debajo de las sábanas.

Tu aroma, el que se quedó en mi habitación,
no sé si fue por rencor,
para torturarme viéndote en mi mente,
aquí se cobija y no se quiere ir.

Tu te adueñaste de los latidos
del corazón en mi pecho,
el que se disparaba y moría por abandonarme
cuando se detiene a escuchar
la puerta de un adiós, para siempre.


In Middle of Unknown PlacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora