After All This Time / Harco

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Era increíble lo reformada que se encontraba la casa de los Black, o por lo menos, eso es lo que pensaba Malfoy mientras caminaba por entre sus pasillos. 
El rubio se movía con algo de torpeza, ya que en varias ocaciones la fuerza en las rodillas o en los tobillos le hacían flaquear y trastabillar en su paso, sin embargo, el chico tomaba aire, ignoraba la molestia que ya era bastante mínima y continuaba caminando. 

No podía permanecer toda la vida apoyándose de alguien para caminar, no, definitivamente quería moverse por si mismo y ese pensamiento fue el que le impulsó a salir de la cama, luego del delicioso desayuno y de, obviamente, mandar a volar al elfo doméstico. 

Una vez que observó las nuevas piezas de arte - muchas eran desconocidas para él - observó las escaleras con algo de aprensión.
Le daba un poco de nervios caerse y lastimarse peor, y eso sólo significaría que quedaría como un inútil aún más grande frente a Potter. Negó varias veces y siguió su labor de husmear en las distintas habitaciones; cuando llegó a la última, pudo sentir con fuerza el olor de la loción de Potter. 

Un gran ventanal dejaba entrar un buen chorro de luz a la habitación, lo que hizo que el ojigris entrecerrara un poco los ojos. Se adentró en la recámara, movido por la curiosidad; para su sorpresa, la cama de Potter era muy grande, de un edredón de bordado griego, negro y dorado. Había una alfombra persa justo al lado de la parte donde suponía, el héroe se levantaba. 
Habían varios cuadros y fotografías adornando las imponentes paredes, cuadros que suponía eran Muggles, pero que, debía admitir, eran de muy buen gusto. 

Había un escritorio tallado de fina madera de caoba negra, en la que habían varios pergaminos y carpetas desordenadas. A su lado, una pequeña biblioteca personal, del mismo tallado, llena de varios libros clásicos, históricos y otros tantos sobre defensa contra las artes oscuras. 

Malfoy estaba muy sorprendido, no creyó que Potter tuviese buen gusto. Recordaba que siempre se vestía fatal y ni hablar de su desastroso cabello; usualmente lo veía con el uniforme de auror - que le quedaba bastante bien - o con ropa Muggle nada elegante. 
Caminó hasta la cama y se sentó en la misma, un poco agotado por su caminata mañanera. En cinco años una persona puede cambiar mucho y las propias circunstancias también. 

Potter era una persona influyente e importante -lo sabía gracias a que Kreacher le facilitaba el periódico del Profeta a diario - y a parte de eso, era el elegido, el emblema viviente de la paz, la fuerza y el bien en carne propia. 
Y él...bueno, él era nadie. Un pobre mortífago moribundo del cual quizá, Potter sintió lástima...porque ¿qué otra razón tendría para estar ayudándolo y básicamente estar manteniéndolo? no entendía, no había nada que Potter pudiese obtener a cambio, pero claro, era un estúpido Gryffindor, un León que sólo actúa llevado por el sentido del deber. 

Basura. 

Pero él no iba a ser tan idiota como para quejarse, estar en ese calor, en esas comodidades, era más de lo que podría haber pedido. Incluso tenía a un elfo a su disposición, que claramente lo respetaba por su linaje sangre pura y Draco no era ningún estúpido, de no ser por Potter, quizá estaría muerto o siendo torturado por alguna otra persona, dañada por la guerra. 

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el tintinar que se escuchó en la ventana a sus espaldas. Volteó, curioso, y vio a una lechuza parda de ojos muy amarillentos y grandes golpeando el vidrio. 
Se levantó con cuidado y cojeo hacia la ventana, abriendo la misma para permitir que el ave entrara. Que extraño ¿Por qué llegaría el correo allí y no al ministerio? Harry no estaba.

La carta cayó al suelo y el animal salió, sin si quiera reparar verdaderamente en Malfoy. El rubio lo ignoró, llevado por la curiosidad, se inclinó con cuidado y recogió lo que parecía una invitación a algún evento de alcurnia. Draco conocía muy bien ese sello. 
Estaba sellada, y por delante sólo recitaba "Harry James Potter" con una fina tinta negra, que hacía un bello contraste sobre el bellísimo papel.