Cuando llegó a su hogar, se encontró en un completo silencio, distante de la misiva que había recibido por parte de su elfo.
No había dado ni dos pasos fuera de la chimenea, cuando Kreacher apareció frente a él con un ligero plop.
— Amo Potter, señor. — Dijo haciendo una pequeña reverencia.
— Hola. Kreacher ¿aún sigue en mi habitación? — Preguntó rápidamente mientras caminaba rumbo a las escaleras, seguido por la pequeña criatura.
— Así es, Señor.
Harry subió las escaleras de dos en dos, y a grandes zancadas se dirigió a su habitación. Podía sentir la magia de Malfoy, y eso, si no fuese por las circunstancias, sería un avance muy muy bueno.
Suspiró y abrió la puerta, donde rápidamente ubicó a Draco, sentado sobre sus tobillos sobre la alfombra, abrazándose a un trozo de papel y con la cabeza agachada. El cabello le cubría los ojos pero no era ningún idiota, el chico había estado llorando.
Su habitación estaba echa un desastre respecto a los pergaminos y los vidrios.
Pudo identificar sobre la cama, la carpeta con el expediente de Malfoy. Miró de nuevo el pergamino arrugado que el cuerpo tembloroso del chico sostenía y pudo sentir un revoloteo incómodo sobre el estómago.
La carta.
— Malfoy... — dijo en tono tranquilo. El rubio pareció salir de su ensimismamiento, porque pudo notar cómo se encogía aún más, apretando la carta contra su pecho y mirando hacia otro lado para evitar que Harry le viera a la cara. — Malfoy esto...yo...— No sabía ni qué carajos decir. — No debiste de haber entrado a mi habitación esto...yo, estaba esperando a que estuvieses mejor para hablarte de todo.
El obvio silencio se mantuvo en la habitación, Draco se removía un poco y temblaba a penas ligeramente. El mortífago se tragaba sus sollozos, su rabia, todo lo que quería escupirle a Potter. No podía morder la mano que le estaba dando de comer, y más porque, con Potter, podría abrirse campo a una cantidad de información que él necesitaba para encontrar al bastardo que había destrozado a su madre.
Haciendo acopio de su orgullo, de su inteligencia, muy por sobre el dolor - porque él ya había vivido entre el dolor, el miedo, la desdicha y la ira. - tragó con fuerza y suspiró sonoramente, utilizando el mango de aquella ropa muggle que tenía puesta, para limpiar sus mejillas.El auror se quedó sorprendido al notar que Draco no iba a iniciar un duelo, o algo por el estilo. Claro estaba que no tenía varita, pero bien podría intentar irse a los puños con él y agradecía que no fuese así. Sin embargo, era consiente del dolor que sentía el Dragón...él ni si quiera había tenido la fuerza para leer aquella carta de suicidio, por lo que desconocía su contenido.
Vio al chico doblar el pergamino y guardarlo en sus bolsillos; pensó en decirle que no podía hacer eso, pero no pudo, las palabras se le atravesaron y amontonaron en la garganta cuando Malfoy elevó la cabeza, haciendo gala de su porte aristócrata que desde que había llegado no le mostraba.
Se levantó y miró a Harry, con ojos y nariz enrojecida, ojos grises brillantes y cubiertos de una falsa tranquilidad. El león lo admiró, lo admiró como nunca por tener el valor de tratar de componerse así. Daba igual si se quería quedar con aquella carta, estaba en su derecho y él no iba ser quién para arrebatársela.
Desearía que Draco hablara, que le dijera qué sentía, qué quería...así fuese sólo para insultarlo, pero aquel silencio constante empezaba a volverlo loco.
— Yo...creo que entiendo qué fue lo que sucedió, así que no pasa nada. Tarde o temprano tenías que haber leído ese expediente. — entró en la habitación bajo la atenta mirada del rubio. Harry se limitó a empezar a recoger los pergaminos.

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After All This Time / Harco
FanficEl mundo se había abierto por completo para Harry Potter después de la guerra, todo parecía estar llevando un curso satisfactorio para el chico dorado, por lo que, en aquellos cinco años hasta cumplir los 21, él no se había preguntado qué habría sid...