37: despierta

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El peli-negro llevo semanas o más bien meses buscando a la pequeña que perdió en el río, se metía al río para al menos encontrar su cuerpo, pero no estaba, lo más probable era que aya estado viva y siguiera su camino, la había buscado por cielo y tierra pero nunca logró dar con ella.
La esperanza de encontrarla se desvaneció por completo de su ser, su mente dejó de vagar fuera del sello, sentía un vacío por dentro, recordaba la tierna e inocente sonrisa que le transmitía la pequeña peli-azul al demonio. Jamás volvió a saber de ella, con el tiempo fue olvidando lo que avía pasado, el rostro de la pequeña se volvía borroso al punto de no verlo más, lo único que quedó en su memoria fue el cabello azulado que se movía por la brisa del viento.

Cuando el sello fue roto y los 10 mandamientos fueron a recuperar fuerzas, Zeldris daba una vuelta por la zona para despejar su mente, pudo escuchar a dos humanos hablar de algo que le llamó mucho la atención y sin que lo vean puso atención a la conversación.

-dicen que su cabello azulado es muy inusual- habló un hombre sacando algo de un bolso -ves? Es un color muy hermoso-

Zeldris se sorprendió bastante al ver cómo ese hombre sacaba el cabello azul cortado, lo mantenía atado en un mecate para que los mechones no se separaran. La visión de un cabello azulado se movía por el viento, pudo ver a una pequeña dándole la espalda pero después se volteó para verlo dedicándole una tierna sonrisa pero su rostro estaba borroso. El verdugo frunció el ceño y sin dudar tomó el cuello de aquel hombre que sujetaba el cabello azulado.

-dónde está?- preguntó con una voz firme y gruesa

-q-quien?- preguntó asustado sin entender la pregunta

-la dueña de ese cabello- habló apuntando al cabello que avía estado en el suelo por la acción del verdugo

-agh e-está en el la ciudad mas q-que está cerca d-de aquí- dijo con dificultad

Zeldris soltó al hombre y sin más hizo aparecer sus alas oscuras y dio vuelo a su destino, mientras volaba observaba el cabello de color azul que tenía en sus manos.
La imagen de un río apareció en su mente, este apretó los ojos tratando de olvidar aquella imagen.

-espero que seas tú- dijo el demonio llegando a la ciudad.

Los ojos del verdugo se abrieron de repente y se alzó con la respiración agitada.

-Zeldris cálmate- dijo Meliodas quien se encontraba sentado al lado de la cama donde el demonio estaba

-qué pasó?- preguntó confundido mirando la habitación

-después de que usar todo tu poder perdiste el conocimiento... me sorprende la cantidad de poder que tienes sin la ayuda de nuestro padre, casi nos llevas con tu ira- dijo haciendo un puchero

-y qué pasó con esos malditos?- pregunto para verlo con seriedad

-mataste a Melascula, pero el Takemaro y Estarossa lograron escapar- dijo con un tono serio

-mierda- el verdugo golpeó el colchón mientras se sentaba en la orilla

Estuvo tan cerca de derrotar a esos desgraciados, pero la oportunidad de acabar con ellos se fue por el cañón, tuvieron suerte de haber escapado, pero no podían huir de la ira del verdugo. El rostro pálido de Akemi se apareció en la mente del demonio y sin pensarlo más salió corriendo de esa habitación en busca de la chica. Había recordado que Elizabeth la curo, tenía la esperanza de verla sonreír. Fue directo a la habitación de Akemi y la abrió de golpe.

-Akemi!- entro desesperado

Pudo ver a la diosa sorprendida por la entrada repentina del verdugo, su mirada se detuvo en la cama donde se encontraba Akemi, sus heridas estaban curadas pero sus ojos estaban cerrados, se acercó a la peli-azul quedando a su lado.

Eres mi esclava Donde viven las historias. Descúbrelo ahora