02. Jardín.

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Dirigí mi mirada hacia la gran casa que se encontraba a mi derecha, e instantáneamente rodé mis ojos.

Todo seguía igual que cuando venía aquí cada verano; el jardín en el que cuando era pequeña me pasaba horas jugando estaba repleto de color, dándole un toque de vida a la fachada totalmente blanca que se cernía detrás de este. Al lado derecho del gran jardín, se encontraba el garaje donde mi primo Ayrton y su padre se pasaban la mañana intentando arreglar el antiguo rolls royce de nuestro abuelo Mike, mientras yo les observaba curiosa sentada en el pequeño sillón que había al fondo del garaje.

Supongo que gracias a mi tío comenzó mi pasión por los coches. Él era abogado, pero desde muy joven se había querido dedicar a la reparación de coches antiguos. Claro, cuando el viejo de mi abuelo se enteró, no le hizo mucha gracia, pues debía seguir con la tradición de estudiar la carrera de derecho. Él como buen hijo, terminó su carrera y se sumó al buffet de la familia, aunque eso no le separó de su gran sueño, pues alquiló un pequeño local en Liverpool y allí comenzó a reparar coches. Un año después conoció a mi tía Mandy, y dejó su ciudad natal para mudarse a Brighton donde tuvieron al pequeño Ayrton tres años después.

He venido aquí todos los veranos de mi vida, por lo que estaba bastante familiarizada con esta ciudad. Siempre me había gustado venir aquí, y estar con mis tíos y mi primo; ellos eran la familia perfecta. Supongo que por eso quería venir a vivir aquí con Chase, para formar nuestra familia perfecta.

Suspiré mientras cerraba con llave mi coche. Encendí un cigarrillo mientras pensaba en lo poco me gustaba ahora ese jardín y odiando todas esas mañanas en las que mi tío nos dejaba ayudarle con los coches.

Terminé mi cigarro y cogiendo mis pertenencias, me propuse a caminar por el paseo que llegaba hasta la puerta principal de la casa.

-¡Ya voy!- gritó mi tía desde dentro.

Treinta segundos después, la tenía enganchada a mi cuello, diciéndome lo mucho que me había echado de menos.

Sonreí forzadamente y la abracé también.

-Madre mía, estas guapísima Bianca -Dijo mientras hacia un ademán para que pasar.

Permiteme dudarlo.

Seguramente tenía unas grandes ojeras y una cara de mierda, eso sin contar con que llevaba la misma sudadera que hace tres días.

-Hola, tía- fue lo único que dije.

Sabía que se había percatado de la peste a Vodka que irradiaba mi cuerpo cuando me había abrazado, y la verdad es que tampoco había hecho nada para evitarlo. Había estado toda la noche parada en aquel arcén sin hacer nada, dejando que el alcohol bajara. Cuando amaneció seguí mi camino hasta aquí y cincuenta minutos después llegué.

-Vale, ahora mismo vas a subir a darte una ducha, y cuando acabes te presentaré al pequeño Toby- me ordenó.

Joder, acabo de llegar y ya me están dando órdenes.

Asentí, y subí las escaleras hasta el cuarto de invitados. Abrí la puerta cuando llegué y me di cuenta que todo estaba jodidamente igual.

Sin prestar mucha atención al cuarto, abría la puerta del cuarto de baño y me preparé para una larga ducha.

Mi estancia aquí sería prolongada, y aunque la idea no me gustase mucho, no tenía otra opción. No tenía dinero para alquilar un piso, así que hasta que pueda permitírmelo tendré que aguantar.

Al bajar de vuelta al salón, Mandy y Keith estaban en el sofá, mientras que el pequeño Toby jugaba con un coche rojo sentado en el suelo.

Carraspeé mi garganta y todas las miradas se dirigieron a mi.

-¡Pero si es mi sobrina favorita!-gritó mi tío, mientras se levantaba del sofá de un salto y me envolvía en sus brazos.

La verdad es que les había echado de menos, más de lo que pensaba. Pero todos los acontecimientos anteriores no dejan que ningún sentimiento se instale en mi, tan solo la soledad y el rencor.

-Hola, tío- dije en apenas un susurro, mientras deseaba que se apartara de mi espacio personal un poco.

-¿Cómo has estado? No te veo desde hace...- Al escuchar lo que estaba diciendo, calló de inmediato.

-Sí, lo sé. Desde el funeral de mi madre no he visto a casi nadie de la familia, y eso fue hace tres años.

Escuché la tos de mi tía Mandy detrás de la espalda de mi tío.

-No te preocupes, Keith. Podemos hablar de ello si quieres, no tengo ningún trauma- seguí al ver las caras de pánico de ambos- su cáncer avanzó muy rápido en tan solo seis meses.

-Lo sabemos, cariño -habló mi tía- siempre has sido una chica fuerte.

No creas.

-Bueno, basta de dramas. Te presento a tu primo pequeño, Tobias -dijo mi tío mientras cargaba al niño rubio.

Le observé durante unos primeros instantes, y no dudé en que este había salido clavado a mi tía Mandy.

-Lo sé, lo sé. Es clavado a mi.

Reí levemente ante la broma de mi tío; estaba claro que no había salido a él. Mi tía es rubia y con ojos grises, y Keith es moreno con ojos negros.

-Sí, tiene los mismos ojos que tú -continuó con la broma mi tía.

La verdad es que era un niño bastante mono; rubio y con unos grandes ojos grises. Tenía un pequeño hoyuelo en la parte derecha que le hacia ver más inocente aun de lo que ya era.

Me sentía un poco culpable de no haberle conocido antes, pero cuando falleció mi madre dejé de tener contacto con la familia. Estaba tan perdida, que no sabía lo que hacía. Pero todo cambió cuando apreció Chase, y aunque en un primer momento nos odiáramos, acabamos juntos; recobrando el sentido que ambos creíamos haber perdido.

Lo que quedaba de mañana la pasamos hablando de cosas triviales, mientras esperábamos a que Ayrton hiciera acto de presencia.

Realmente estaba cagada con su llegada, él era el único que sabía lo que había estado haciendo estos tres años atrás. Sabía todos los líos en los que me metí, y en los que sigo metida. Y por supuesto que sabe de la existencia de Chase y de lo que ocurrió aquella noche.

No quería que nadie se enterara de nada, había venido aquí para arreglar unos asuntillos pendientes, sin que nadie me mirara con cara de pena al saber mi historia.

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