03. Corcho.

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Cuando el pasado te persigue, tienes dos únicas opciones; enfrentarlo y jugártelo todo a una carta, o por el contrario, huir.

Nunca me he considerado una persona cobarde, así que la idea de huir sin mirar atrás nunca la llegué a tomar enserio.

Gran error.

Como cabezota que soy, me incliné por la primera opción. Y adivinar qué; perdí. Pensaba que tenía todas las cartas de la baraja para poder ganar, y en un rápido movimiento, todo cambio y se fue a la mierda.
Perdí como una auténtica imbécil. Por no hacer caso a quienes me aconsejaron, por creer que era invencible.

No me hubiera importado perder si solo hubiera salido mal amparada yo. Pero no fue así. Yo perdí, pero él perdió mucho más; él perdió la vida, llevándose consigo toda mi felicidad.

Por culpa de mi puto pasado, ahora estaba sola. Y llena de odio.

Así que cuando todo ocurrió, no me quedó más remedio que huir como una puta cobarde. Y me lo merecía; me lo merecía por toda la mierda que había hecho años atrás, que no había sido capaz de mantener en lo más profundo de un cajón.

Me sentía una mierda cada vez que sentía el collar de oro que Chase me regaló en nuestro primer aniversario. La soledad me abrumaba, y ahora más que nunca.

Ayrton había hecho acto de presencia dos horas después de que yo llegara a su casa, y por supuesto, nada más verme noté esa mirada a la que tanto pavor tenía; pena.

Yo no me daba pena, al fin y al cabo, yo era la única culpable de la muerte de Chase.

"cuanto tiempo, primita" Dijo mientras me abrazaba.

Ayrton siempre había sido muy cariñoso conmigo, y tiempo atrás, yo lo aceptaba gustosa. Pero ya nada era igual, yo había cambiado demasiado y desde hacía ya mucho tiempo. Así que dos segundos después de que noté que se había enganchado a mi como una lapa, me separé de él fingiendo una sonrisa.
No me dejo contestar, simplemente me cogió del brazo y me subió escaleras arriba. Sabía que iba a querer hablar del tema, y la realidad es que yo no estaba nada preparada, así que simplemente me quedé tumbada en su cama mientras él me daba el típico discursito de "no ha sido tu culpa, hay más peces en el río, y tú eres fuerte".

Joder, llevaba aquí dos horas y media, y ya estaba harta.

-Ayrton, para- dije cuando vi que se empezaba a meter en temas que no debía - no me apetece hablar para nada del tema, así que te agradezco mucho tus consejos y todo lo que has dicho, pero realmente estoy muerta de sueño. Así que creo que voy a ir a mi cuarto a dormir hasta que la comida esté hecha, ¿vale?

No espere a que respondiera, y simplemente me levanté y salí del cuarto. Caminé cinco pasos y entre en el que iba a ser mi cuarto por una estancia bastante larga.

Sin pensarlo, me tiré a la cama boca abajo.

Estaba claro que la botella de vodka y él no haber dormido en toda la noche me había pasado factura, así que solo cerré los ojos y esperé a que las pesadillas empezaran a llegar.

***

Abrí los ojos mientras me incorporaba en la cama de golpe, acto que ocasionó un leve mareo y que se me nublara la vista. Tenía los ojos llorosos y la respiración agitada.

No recordaba que había soñado, pero la sensación de opresión en el pecho era bastante grande.

Intenté calmarme, y poco a poco lo conseguí. Cuando por fin logré regular mi respiración y que el dolor disminuyera, me levanté de la cama.

Por primera vez desde que había llegado, observé bien el cuarto.
Todo seguía igual; mi cama seguía siendo la misma, incluso las sábanas que estaban puestas. La pared estaba blanca como la nieve, y el corcho con un montón de fotos seguía encima del escritorio.

Me acerqué a la mesa y pasé mi mirada por encima. Seguramente mi tía había estado limpiando el polvo de la habitación, puesto que no había ni una mota.

Fijé mi vista en el tablón de fotos, y por una milésima de segundos, sonreí. Todas las fotos seguían allí; las de mi madre, de Ayrton, de mis tíos y del abuelo Mike.

Eran buenos tiempos.

Seguía mirando las fotos, cundo escuché que la puerta del cuarto se abría.

-Bibi, la comida ya está lista- dijo mi primo al entrar.

-Ya bajo- contesté.

Noté como Ayrton venía hasta donde yo estaba, y se quedó a mi lado observando el tablón.

-¿puedo contarte algo?-dijo- he estado viniendo aquí todos las noches durante estos tres años.

-¿enserio?- dije con sorpresa.

-Sí, incluso mi padre pasa de vez en cuando.

Eso me enterneció un poco, no me esperaba para nada lo que me estaba diciendo.

-Te hemos echado mucho de menos, Bibi. A ti, y a tía Brigitte.

Oír el nombre de mi madre me hizo sonreír. Ya no dolía que alguien la nombrara, ya no dolía en mi pecho recordarle o al ver una foto suya.

-Lo sé- contesté simplemente mientras liaba mi brazo con el suyo- pero bueno, vamos a comer, que me muerdo de hambre.

Aún unidos por los brazos bajamos hasta la cocina, donde estaba mis tíos y el pequeño Toby.

La comida transcurrió de lo más normal: recordábamos viejos tiempos, y nos reíamos de las anécdotas de tío Keith al intentar conquistar a mi tía Mandy.

Necesitaba esto, aunque solo fuera por una hora.
Necesitaba un descanso para mi mente, distraerla de todo lo malo.
Necesitaba sentirme en paz un par de minutos, y durante esa comida, lo conseguí.

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