Sin embargo, Candice al verlo alejarse decidió levantarse y seguirlo para reclamarle:
— ¡No tienes ningún derecho de juzgar mis sentimientos!
— En eso... los dos estamos de acuerdo.
— ¡Tú te largaste! — ella finalmente le soltó.
— ¿Y por qué lo hice? – contestó él.
— No dirás que, porque nos faltaba algo, ¿verdad?
— Tampoco lo teníamos todo, Candice.
— ¡Sí, y era amor o por lo menos eso creí!
— Pero de eso no viviríamos eternamente.
— Entonces estás de acuerdo de que eso pudo acabarse. De que no lo tendría siempre reservado por ti.
— No, tienes razón. Y ya que estás de pie, arréglate un poco para irnos de una vez.
— ¡¿AH?! — expresó la fémina no comprendiendo muy bien el juego cínico de aquél que de la cama agarraba sus pantalones y se los pondría delante de ella que... seguía sin comprender. Por lo tanto, Candy de nuevo hablaba: — Terrence, ¿de qué se trata esto? ¿por qué de la nada simplemente apareces y pones nerviosa mi vida?
— ¿Será porque no todo está perdido?
— ¿Qué quieres decir?
— ¿Qué quiero decir? — repitió él; y sin abrocharse su prenda, como un felino al acecho de su presa caminó lentamente a su alrededor para que al segundo instante velozmente la atrapara y cayeran en la cama y él encima de ella que lo miraba verdaderamente asustada ya que lo sentido y aquellos ojos brillaban no sólo con deseo si no...
— No — dijo Candice. Puso sus manos en el desnudo pecho, y conforme lo empujaba seguía diciendo: — No, no. Esto no está bien.
— ¿Por qué no? Por tres años fuiste mi mujer
— ¡LO FUI! — ella lo gritó. — Claramente lo has dicho. Ya no más. Y con lo que acabas de intentar de una vez te digo que no iré contigo a ninguna parte.
— ¿Tienes miedo?
— ¡Déjate de burradas, ¿quieres?!
— Entonces demuéstrame que no estás miedosa y ven conmigo
— Será mejor que no. Y... en fin — concluyó la mujer buscando rápidamente la puerta de su habitación.
En esa, Candice se encerró mientras duró el empaque de algunas cosas que necesitaría en el trabajo. Al cabo de unos minutos, sin decirle adiós abandonó la casa. Sí, entre más rápido saliera de ahí, iba a ser lo mejor. Lo malo que él lo tomaría con calma. ¡Tanto! que en las horas de ausencia se dedicaría a poner todo en su lugar. El sofá en la sala. La cama en la habitación. Las cajas en un closet. El baño como debía lucir y... ya cerca de las siete de la noche, gracias a datos que ella dejara, Terry pudo saber dónde trabajaba. Entonces debidamente aseado, allá se dirigió, burlándose de la cara que Candice le hiciera al verlo entrar en su negocio.
— No puedo creer que te atrevieras
— Vine a disculparme contigo.
— Si tú lo dices
— Sí, lo digo —; y en el mostrador, Terrence colocó sus codos; y en sus manos unidas: su mentón, sonriéndole a ella, la cual, entretenida, quitaba unos hilos de silicón. — Es hermoso — complementó el hombre la labor de la fémina.
— Gracias. No tardan en venir por ello —; una lámpara decorada con conchitas de caracol.
— ¿Quieres que te ayude en algo?
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Otra vez en casa
FanfictionUna idea que surge por el cariño de muchas cosas. Entre ellas: mi hermosa ciudad a la que pronto regresaré. ESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO SE ESTIPULA.