Laito Sakamaki regresó a la mansión con un aire travieso en su mirada. El vagabundo y su misterioso afrodisíaco parecían haber despertado su interés de una manera única. Su mente bullía con anticipación mientras entraba sigilosamente a la mansión, con la idea de encontrar a su querida "Bitch-chan".
Los pasos del vampiro lo llevaron a la cocina, donde encontró a la joven sumida en su tarea. Bitch-chan estaba concentrada en cocinar algo delicioso, ajena al hecho de que Laito estaba a punto de tejer su peculiar telaraña de deseo y provocación.
"¡Bitch-chan~! ¿Preparando algo delicioso para tu amado?" Laito se acercó con una sonrisa encantadora, sus ojos brillando con picardía. Era como si pudiera leer sus pensamientos y deseos más profundos.
Ella levantó la mirada, sorprendida por la llegada repentina de Laito. "Oh, Laito-kun. Sí, solo estaba cocinando algo simple para el desayuno."
El vampiro se inclinó hacia ella, dejando que su aliento juguetón rozara su cuello. "Mmmm, siempre tan diligente, mi dulce Bitch-chan~, pero ¿sabes? Tengo algo que podría hacer que este desayuno sea mucho más interesante."
Ella lo miró con curiosidad, sin sospechar lo que tenía en mente. "¿De qué estás hablando, Laito-kun?"
Laito sacó el frasco del afrodisíaco de su bolsillo con un gesto elegante. "He conseguido algo que podría... intensificar nuestras experiencias."
La mirada de Bitch-chan se tornó sorprendida y algo confusa. "¿Qué es eso?"
El vampiro se inclinó aún más cerca, sus labios rozando su oído. "Un pequeño secreto, Bitch-chan~. Algo que podría hacer que sientas cosas que nunca antes has sentido. Algo que podría... encender tus deseos más profundos." Mientras decia todo eso, una mano escurridiza acariciaba el abdomen de la joven, haciendola temblar.
Ella se ruborizó ante las palabras provocativas de Laito, sin poder evitar sentir su pulso acelerarse. "Laito-kun, ¿de qué estás hablando?"
Laito soltó una risa traviesa y susurró con voz seductora. "Oh, Bitch-chan, no te preocupes por los detalles. Solo déjame cuidar de ti."
Mientras ella seguía confundida y levemente nerviosa, Laito fingió dejar caer algo al suelo, distrayendo su atención por un momento. En ese instante, deslizó la pastilla en la bebida que Bitch-chan estaba preparando, esperando a que se disolviera sin ser detectado.
"¡Vaya, qué descuido!" exclamó Laito, agachándose para recoger el objeto falso que había dejado caer. "Espero no haber arruinado tu cocina, Bitch-chan."
Ella sonrió nerviosamente, todavía tratando de entender lo que estaba sucediendo. "No te preocupes, Laito-kun. No ha pasado nada."
Laito se incorporó lentamente, sus ojos ardiendo con una intensidad que solo Bitch-chan podía entender. "Bien, entonces. ¿Por qué no tomamos un pequeño descanso? Estoy seguro de que puedo encontrar formas muy... entretenidas de pasar el tiempo juntos."
Ella lo miró, su corazón latiendo con anticipación mientras sentía un cosquilleo en el aire. Sin embargo, no sabía que Laito había trazado un plan travieso y pervertido, esperando pacientemente a que el afrodisíaco surtiera efecto.
La seducción y la manipulación se entrelazaron en un juego peligroso, donde el vampiro y la humana se encontraban en medio de una danza de deseos y secretos oscuros.
