Capitulo 3

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HACE DOCE AÑOS ATRÁS

~WANDA~

-¿Lo estás diciendo de verdad? Pero me prometiste que vendrías...

-Y no estoy diciendo que no vaya de seguro, sólo no...

-¡Eso ya me lo confirma todo!
–Dije lanzando hacia la cama lo primero que había cogido de la mesa de escritorio.

-No te enfades, Prin...

-¡Ni se te ocurra volver a llamarme así! ¡Ni se te ocurra volver a llamarme! –Y colgué enfadada.

Estaba harta de ser siempre la que sufría de los dos y harta de tener que esperarlo. ¡¿Pero cuánto más tiempo iba a tardar en darse cuenta que estaba loca por él?!

-¿Puedo pasar?

-Ya estás dentro.

-Oye, ¿estás de mal humor o qué?

-Si solo viniste a molestar, es mejor que te vayas, Owen. 

-De acuerdo, de acuerdo. –Se sentó ahora en la cama mientras que yo me cruzaba de brazos mirándolo mal. –¿Vas a contarme que te tiene así en el día de tu cumpleaños o tendré que adivinarlo?

-Giorgio no va a venir. –Su expresión se puso sería de repente.

-¿En serio?

-¿Ves que estoy bromeando?

-Anda con el modelucho ¿eh?

-Estoy aburrida de esto, Owen.
–Dije caminando hacia la cama para sentarme a su lado. –¿Cómo va a faltar a mi cumpleaños? ¡Si yo he ido a todos los suyos desde que tengo memoria!

-Pues déjame decirte que a mi no me sorprende, Wanda. Te dije que ese chico no miraba más allá que una pasarela de moda.

-¡Lo odio! –Grité apretando los puños con fuerza. –Odio sentir tanto por alguien que no me mira igual...

-Yo no creo eso por mucho que me cueste admitirlo. –Dijo haciendo que levantara la cabeza para mirarlo. –No debería estar diciéndote esto, pero... Pienso que tú también le gustas a él, Wan.

-No, vendría a mi cumpleaños si eso fuera así en vez de ir a esa dichosa entrevista que tiene. –Suspiró al ver que yo no entraba en razón para pasar una mano sobre mis hombros.

-Si hace eso es un imbécil que no merece que estés así por él, Wanda. Así que ahora vamos a salir de aquí y bajar con los invitados que vinieron para verte sonreír, ¿vale?

-Sí...

-Muy bien, entonces bajemos antes de que cambien de opinión. –Dejó un beso en mi mejilla antes de que nos pusiéramos de pie para caminar hacia la puerta de mi habitación.

Veintidós de agosto, el día que se suponía que debía ser el mejor de mi vida se estaba convirtiendo en el peor. En vez de estar feliz por celebrar mi diecinueve cumpleaños con toda mi familia en el jardín, estaba amargada por culpa de un chico en mi habitación. Había subido a ella para llamar a Gio en cuanto las horas pasaban y él no aparecía.

-Wan, espera...

-¿Si?

-Aún no te he dado mi regalo.

-¿Cómo que no? –Pregunté recordando los regalos que me había dado mi madrina al llegar.

-No, este es solo mío. Date la vuelta y no mires. –Sin dejar que respondiera, me dió la vuelta para colocar un colgante en mi cuello y conducirme hacia el espejo. –¿Te gusta?

ChloéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora