Epílogo

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MESES DESPUÉS

~NARRADOR OMNISCIENTE~

-¡Mamá! ¿Te gusta cómo está quedando?

-Muy bien, hija. -Wanda sonrió viendo el paisaje que su hija intentaba imitar sobre aquel lienzo.

Las vacaciones de verano habían llegado y con ella la fecha para la boda de Wanda y Owen.

Los chicos habían elegido celebrar algo muy íntimo en la playa a la que asistieron todos sus familiares y amigos más queridos, es por eso que ahora se encontraban disfrutando de su merecida luna de miel en una casita de campo en Australia junto a su hija.

-¡De mayor tendré mi propia galería como tú!

-¿Estás segura?

-¡Si! -Wanda volvió a sonreír antes de volver a centrarse en el lienzo que pintaba más atrás que Chloé. -¿Cuándo vendrá papá con el almuerzo? ¡Tengo hambre!

-Lo sé, y espero que vuelva pronto. Aunque a lo mejor se perdió por el camino...

-¿Quién se perdió por el camino?

-¡Papi! -Chloé dejó el pincel sobre la mesa para correr hacia él. -¡¿Te perdiste?!

-¿Qué? No, princesa. Tardé porque el restaurante más cercano está a veinte kilómetros de aquí.

-¿Eso es mucho o poco?

-Mucho. -Respondió Owen mientras que su recién esposa seguía junto a su caballete. -¿No vienes a comer, amor?

-Voy, solo me queda la última pincelada y... Listo. -Wanda soltó el pincel sobre el caballete para coger el cuadro con cuidado y acercarse a la mesa junto a ellos. -Tachán...

-¡Ah! ¡Soy yo! -Gritó Chloé poniéndose de pie para acercarse al cuadro. -¡Soy yo!

-¿Te gusta?

-¡Me encanta! -Volvió a gritar la niña feliz mientras que admiraba el retrato que su madre acababa de hacerle.

El cuadro que había estado pintando Wanda toda la mañana situada detrás de su hija, había sido ésta pintando su cuadro.

-Está precioso, Wan.

-Lo sé, soy la mejor. -Respondió orgullosa dejando el cuadro a un lado de la larga mesa de madera para sentarse a comer.

-¡¿Lo podemos poner en mi habitación cuando lleguemos?!

-Por supuesto, princesa. ¿Pero no prefieres esperar para ponerlo en el cuarto nuevo?
-La niña dejó de masticar pensativa.

-Mmm... ¡Vale!

Tras varios años viviendo en el ático de Jacielle, los jóvenes habían decidido, muy a su pesar, cambiar de casa al ésta quedarseles ya pequeña.

-¿Y podemos pintarla de rosa?

-Claro.

-No, no, ¡de azul! ¿Puede ser azul turquesa?

-Por supuesto, Chloé.
-Respondió Wanda ante la indecisión de colores por parte de su hija. -¿Qué te parece que dibuje en una de las paredes un cielo estrellado junto a un unicornio de colores?

-¡Si, si, si! -Gritó la niña más que feliz. -¡Eres la mejor madre del mundo!

-Si llegan tus abuelas a oírte decir eso...

ChloéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora