-Se me hace tarde- dije y camine. El comenzó a caminar a mi lado
-Lo sé, a mi también- me detuve a verlo- Roberth se enojara mucho sí llego tarde a mi primer día de trabajo.
-¿Qué?- dije sin poder creerlo
-No digas "qué", no puedo controlarme tan fácilmente.
Este hombre es extraño, excitantemente extraño. Debo correr, alejarme y gritar. Antes de poder detener mi voz me gire a verlo.
-¿Cuál es tu nombre?- le pregunte. Nos detuvimos en el semáforo. Él miro el mismo y al instante cambió de verde a rojo. Lo mire bien.
-Odio esperar que los semáforos cambien- me dijo sin mirarme.
No, eso había sido casualidad. Pensé
-No se que hago caminando contigo- dije y apure mi paso.
Lo perdí de vista, por suerte. ¡Dios!, Ese hombre sí que era extraño! Llegue a la oficina y subí hasta el último piso. ¡No puede ser había legado tarde!
-¿Dónde estabas?- me pregunto
-Se me hizo tarde- le dije y entré del todo a la oficina
-Roberth nos espera en su oficina, quiere presentarnos a nuestro nuevo jefe en Administración- me dijo. La mire algo extrañada y asentí. Entramos a la oficina del gordo de Roberth. Ese olor de humo y grasa de hamburguesa es horrible. Fruncí mi rostro ante espantoso olor, Karla hizo lo mismo. Entramos y Roberth no nos miro bien, nos entregó una mirada furiosa y luego nos apunto hacia el hombre que miraba hacia la ventana. Lo miramos bien. Se giró levemente y cuando lo vi por completo, mi corazón dejo de latir. Levantó una de sus cejas y me guiño el ojo.
-El es el nuevo jefe en Administración- dijo Roberth. Mi boca estaba bien abierta hasta que reaccione.
-Buen día- dijo él. ¿Cómo pude ser? No, no, esto no es verdad.
-Buen día, soy Karla Cueyar- se presentó mi amiga. Yo sólo lo miraba fijo, sólo podía hacer eso. Karla me movió levemente.
-Estefania Lemanié- dije apenas. El sonrió de costado y miro a Roberth.
-Bueno Roberth, voy a ver unos papeles- le dijo y salió de la oficina. Sentí mi piel arder cuando paso cerca de mi. Karla se giró a verme.
-¡Oye! ¿Qué te pasa?- me pregunto. Como pude me gire a verla
-Nada- le dije y salimos de allí.
Lo busque con la mirada. Necesitaba una explicación de eso, ¿cómo hizo para estar más rápido que yo aquí? Antes de seguir buscando entre a mi pequeña oficina. Deje mi carpeta, y mi abrigo sobre el perchero. Me acerque a la silla, pero está de giro de repente para dejarme al frente al hombre que había estado buscando.
-Hola preciosa- me dijo. Mi pulso se detuvo.
-¿Cómo rayos hiciste eso?- dije entre dientes. Sonrió provocadoramente.
-Ya te lo dije, soy el Diablo- dijo. Negué con la cabeza y me acerque a él. Lo mire fijo a los ojos.
-No juegues conmigo, ya no es divertido- le dije apuntando lo con un dedo. Miro mi dedo y abrió su boca. Lo tomo, lo mire bien. Mordió levemente la punta de mi dedo y me derretí.
-Mmmm, que mala eres me das miedo- dijo. Lo mire, era sólo moverme un poco más y tendría sus labios en los míos.
-¡DEMONIOS!- escuchamos que grito Roberth. El miro hacia la puerta.
-No debe decir eso-dijo negando con la cabeza. Me miro- A ellos no les gusta, les molesta bastante.
-¡MALDITA SEA, ME CAGO EN EL DISBLO!- siguió gritando.
-Uuuuh, eso me dolió- me gire a verlo. Levantó la mano y chasqueo los dedos. En eso un gruñido de dolor por parte de Roberth se escucho- Ahora se va a cagar en el mismo- dijo y sonrió. Karla entro asqueada a la oficina.
-Lo siento sí interrumpió algo, pero eso fue ¡asqueroso!- dijo tapándome la nariz. La mire con una expresión confundida- Roberth se acaba de hacer encima- mire al hombre que estaba sentado en el sillón. creo que voy a tener que empezar a creer un poco más en esto.