Capítulo 10

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Estef.

Comencé a moverme lentamente.
Apreté los ojos al sentir la claridad de la luz sobre ellos. Mi cuerpo aun estaba dormido. Sin abrir aun los ojos, moví mis piernas y lo que sentí me dejo inmóvil. Alguien estaba en la cama conmigo. Lentamente comencé a girar, para encontrarme a un ángel a mi lado. O eso parecía. Dormía, dormía profundamente. Lo mire bien. Cada poro de su rostro, parecía estar descansando. Sus castaños cabellos estaban levemente desordenados. Sentí un impulso por acomodarlos. Y cuando al fin todo mi cuerpo despertó, recordé que anoche estaba bailando con él, y ahora estaba aquí, durmiendo con él. Lentamente me puse de pie, no quería despertarlo se veía tan atractivo así. Con cuidado salí de la habitación. Me duche rápido, y salí de ahí. Entre de nuevo a la habitación y él seguía durmiendo. Ahora ocupaba toda la cama. Lo mire bien. Había algo distinto en él hoy. No lo se bien. Tome mi ropa dirigiéndome a otra habitación para cambiarme. Cuando termine comencé a hacer el desayuno. Desde lejos escuche el sonido de las llaves. Ella entro.

-Buen día- dijo elevando la voz.
-¡Shh!- dije desde la cocina. Entro a la cocina.
-¡Hola! ¿Qué hay? Hace como dos o tres días que no te veo- de acerco a mí y me saludó.
-¡Baja la voz!-le dije en un susurro. Me miro bien. ¿Cómo has estado?
-Ay, ni te imaginas. Nunca he estado mejor en mi vida- dijo y ambas salimos de la cocina, para sentarnos en la sala.
-Seguro me imagino, como debe haber quedado el pobre de Agus- dije divertida y río por lo bajo.
-Creo que por una semana no podra moverse.
-¡Karla!- exclame divertida y ambas reímos.

Él salió de la habitación. Ambas nos giramos a verlo. La mandíbula de Karla cayó al suelo al verlo, parado allí. Él me miro bien y luego miro a mi amiga. Theo solo llevaba puestos unos calzoncillos.

-Hola- saludo con voz rasposa, supuse acababa de despertar.
-Ho...Hola- saludo Karla. Él me miro a mí.
-Preciosa, ¿puedes venir un segundo?- me pregunto.
-Claro-dije y me puse de pie.

Camine hasta la habitación y entramos. Cerré la puerta y me giré a verlo. Cuando lo hice algo sintió romperse dentro de mi. Como dije antes, mientras él dormía se veía distinto. Y si que lo estaba. Sus ojos eran mas claros, mucho más claros. Asombrosamente llamativos. Mire el color de su pelo y era también mas claro de lo que recuerdo. Y ahora que lo miraba mejor, no tenía esa apariencia siniestra de siempre.

-¿Qué... qué sucede?- le pregunté.
-Hice un trato con Dios- me dijo. Lo mire extrañada.
-¿Qué cosa?
-¿Me ves distinto?- me preguntó.
-Un poco- le dije.
-Tengo cinco días para probarle que hay algo bueno en mí- dijo y camino hacia la ventana- Por ahora el tiene la mitad de mis poderes, por eso he dormido. Casi nunca duermo, ya que no es necesario.
-¿Y?-cuestione intrigada.
-Si no logró demostrarle que hay algo bueno en mí, nunca más podré salir del infierno. Me refiero a que viviré allí abajo, por siempre.

Lo mire aterrada. ¡Eso no podía ser así! Algo debíamos de hacer. Él no podía quedarse allí para el resto de la eternidad. ¿Qué haría yo? Mi cuerpo se congelo al escuchar mis mis pensamientos. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué me preocupa tanto que no pueda salir nunca más?

-Tranquilo, encontraremos algo bueno en ti- le dije.
-¿Vas a ayudarme?- me preguntó.
-Claro que si- le dije y sonreí levemente. Él también lo hizo- Ahora cámbiate que Karla esta ahí afuera.
-No puedo cambiarme- me dijo y me gire a verlo.
-¿Por qué?- le pregunte.
-Él se llevo algunos de mis poderes, y uno de esos era el poder de vestirme chasqueando los dedos.
-¿Quieres decir que no tienes más que esos calzoncillos?- dije sin poder creerlo. Theo asintió- Esto no podía ser peor.
-Lo sé- dijo divertido.
-Bueno, quédate aquí. Salgo, me despido de Karla y vemos que hacemos- le dije y salí de la habitación.

Mi hermosa amiga se acercó a mí rápidamente, me tomo del brazo y me jaló hasta la cocina. La mire extrañada, estaba realmente perturbada.

-Juro que casi entro a buscarte, pensé que estabas teniendo sexo con él. Pero luego me dije "no es posible, porque no se escucha nada"- me dijo nerviosa. Reí divertida.
-Ya te dije que no pasó nada con él- dije intentando no reír. Me miro bien.
-¡Claro Estefania! ¡Y yo soy Madonna!- me dijo irónica. Camine hasta la sala.
-Juro que estoy diciendo la verdad- le dije. Ella seguía sin creerlo.
-Pero... él, tú. ¡Él estaba en calzoncillos!- dijo balbuceando y mirando a la puerta- Además te llamo preciosa.
-Que hayamos dormido en la misma cama no significa que hayamos tenido sexo amiga mía- dije y me senté en el sillón- Y que me llamé así, tampoco.
-Estef, ¿qué pasa contigo? ¿Acaso estas ciega o qué? Ese hombre esta que arde y tú ¿no le has tocado ni un pelo?- me preguntó.
-No, no es eso- dije. Ella me miro bien- No te asustes, pero...
-¿Pero qué?-dijo ansiosa.
-Yo...
-¿Tú, qué?-dijo más nerviosa que antes.
-No lo quiero solo para una noche- le dije lo más bajo que pude, para que Theo que estaba en mi habitación no escuchara. Mi amiga abrió la boca.
-¿Estas enamorada?
-No... no lo se Karla. Pero con él es distinto a con todos los demás- dije y me puse de pie. Ella también lo hizo.
-Ya era hora, amiga- me dijo algo emocionada y me abrazo. Le respondí el gesto.

Pero mientras descubría ese sentimiento dentro de mí me di cuenta de algo. Estoy enamorada de alguien que ni siquiera es humano. Alguien que nunca sintió amor en su vida, alguien que es vil y no perdona el alma de nadie. Estoy enamorada del Diablo, perdidamente enamorada de él.

A dónde vas, va el fuego (Theo James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora