Que alguien pierda a un ser querido es algo que suele ocurrir a menudo en este mundo. Pero... ¿Por qué aquello debe de doler tanto?
Desde que él se apartó de mí, se llevó mis ganas de vivir consigo; dejándome solo con unos recuerdos que se guardan e...
El erizo cobalto oji-esmeralda intentaba reconciliar el sueño, cosa que le resultaba imposible; había ido de visita a la casa de su amigo Tails para intentar no pensar en el erizo azabache. El mismo zorro de dos colas le había recomendado que tomara una siesta, así podría descansar su mente un rato.
A pesar de sus intentos no lograba su cometido, no se le hacía fácil el poder dormir. Es más; desde que Shadow había parado al hospital escasos eran los descansos que tomaba, hasta tal punto de pasar noches en vela.
Ya rendido decidió salir de la habitación para poder ir al patio, tal vez algo de aire fresco le haría bien. Pero antes de que saliera, notó que su amigo Tails no se hallaba solo en la casa, ya que se podía notar que estaba hablando con alguien más. Solo por curiosidad, el oji-esmeralda fue a echarles una ojeada, sin que su presencia sea notada.
—No hablarás en serio, Rookie — Se escuchó hablar a un zorro de dos colas —Esto no puede estar ocurriendo.
—Pero lo es amigo — El lobo soltó un largo suspiro —Ni yo me lo creí cuando me lo informaron.
—¿Pero como haremos para contárselo a Sonic? Me será muy difícil informarle sobre esto — El de orbes azules agachó sus orejas con tristeza.
El erizo cobalto se encontraba confundido; ¿Decirme qué? pensó el mismo.
—Tarde o temprano habrá que decírselo — El lobo también tenía un semblante triste —. A mí también me duele esto, pero no tenemos más nada que hacer; ahora que los papeles fueron firmados, Shadow hoy mismo será desconectado y se irá al otro mundo.
Esas palabras impactaron en el corazón del cobalto, lo habían tomado desprevenido. Esto no está pasando, esto no está pasando, se repetía una y mil veces en su mente. Salió de la casa y corrió a toda velocidad hacia el hospital, mientras que sus lágrimas se confundían con la lluvia que había comenzado a caer. Al llegar a su destino, lo primero que hizo fue entrar de golpe y sin pedir permiso, provocando un escándalo por parte de médicos y enfermeros.
Entrando a la habitación de Shadow dejó caer su cuerpo sobre el del azabache, dejando sus lágrimas fluir como cascadas y haciendo que sollozos resonaran por la blanca habitación.
—¡SHADOW POR FAVOR, YA DESPIERTA! — Gritaba el cobalto desesperado —¡TIENES QUE DESPERTAR! — Más lágrimas escurrían de sus esmeraldas —¡NO ME DEJES SHADOW, DESPIERTA!
Sus gritos solo habían empeorado la situación; enfermeros presentes tomaron al erizo azulado por la fuerza, mientras que este mismo intentaba zafarse sin éxito. Tristeza, cólera, miedo, tantas emociones que lo invadían impidiendo que se calmara.
—¡NO, NO POR FAVOR, SUÉLTENME! — El llanto del cobalto no cesaba —¡DÉJENME CON ÉL, NO LO APARTEN DE MÍ!
—¡Cálmese ya señor! — Exclamó una de las enfermeras mientras que entre varios seguían intentando sostenerlo.
Todo ese lío había acabado al momento que uno de los enfermeros inyectó un sedante en su cuello, provocando que la vista se le nublara y perdiera fuerzas y equilibrio.
—Sh-shadow... — Fue lo último que salió de sus labios antes de caer al suelo inconsciente.
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Ese momento fue sin duda uno de los que más me lastiman al solo recordarlo. Y pensar que no pasó mucho tiempo desde aquello, ya que apenas había ocurrido hoy. Al recuperar el reconocimiento noté que estaba en una camilla de hospital, nada más teniendo a la soledad y un corazón destrozado de compañía.
Sentía mi cuerpo algo pesado, pero eso no me impedía ponerme de pie. Me puse a pensar bien... Ahora mi vida no estaría completa si tu ya no estás en ella, todo el cariño y el amor se irían perdiendo entre lágrimas, las cuales tal vez nunca puedan cesar. Y ahora estaba yo ahí; parado enfrente de la gran ventana que estaba en la habitación.
❝Me pregunto yo... ¿Si yo llegase a saltar, podría reencontrarme contigo, mi amor?❞
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