Capítulo 3

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Leah me había llamado a primera hora de la mañana, estábamos teniendo muchos contratiempos; necesitábamos los aperitivos y Lucas se estaba retrasando.

Me apresuré para llegar al restaurante del chico y lo encontré corriendo de un lado para otro.

- ¡¿por qué has tardado tanto?! Todo debe estar listo para las seis de la tarde. Sabes que luego nos iremos a celebrar. Le dije un poco molesta. Debía terminar pronto.

Me miró con un poco de complicidad y señaló el local, estaba solo.

- Mis ayudantes han quedado agotados en la preparación del pastel de la editorial y les he dado el día libre. – bajó la cabeza con algo de culpa.

Miré alrededor y encontré un delantal, estaba a punto de cometer una locura pero no había otro modo. Lo tomé y até a mi cintura, el chico me miró desconcertado.

- ¿Piensas que tu solo vas a terminar todo esto? Dije algo dubitativa, no soy muy buena en la cocina pero te echaré una mano.

- ¿Aunque eso signifique terminar con el rostro lleno de harina? Preguntó en forma de advertencia. Lo estaba disfrutando.

Asentí aceptando mi derrota.

Había hecho todo lo que me había indicado Lucas. No tengo idea si lo estaba haciendo bien pero cada vez que algo hacía ruido, saltaba del susto.

Trabajar con tacones era una pesadilla así que opté por quitármelos. Tenía las manos llenas de harina y los he ensuciado, no podía dejar de verlos con cara de culpa y desaprobación.

¿En qué me he metido?

- Tranquila valerie, yo me encargaré de que queden como nuevos en cuanto terminemos de trabajar.- prometió Lucas mientras me tomada de la mano en gesto de disculpa, sabe que no estaría aquí sino fuera por la ausencia de sus asistentes, debía reponer su error.

Me distraje al instante en que tuvo contacto con mi mano que no tuve tiempo para molestarme con respecto a mi trato, me gustaba como pronunciaba su nombre.

Asentí y quité mi mano de la mesa para sacar los bocadillos del horno. El chico notó lo nerviosa que me puse al tener contacto con él, sus mejillas se tornaron rojas.

Faltaba la última tanda de bocadillos, así que me coloqué a abrir otra bolsa de harina y al hacerlo mal, el polvo blanco salió disparado a mi rostro.

No pude evitar toser. ¿Que podría ser peor? Sacudí mi cabello para sacar el resto que se había impregnado en él.

- ¿estás bien? Gritó Lucas mientras corría a mi auxilio. Estaba celosa de que él no estuviera tan sucio como yo, así que le arrojé un poco en el rostro y el cabello.

No sabía lo que hacía hasta que se hizo tarde, había armado una guerra.

Corrimos por todo el restaurante como niños de cuatro años, ahora si era el fin; me había quedado sin municiones y opté por sacrificar mi cordura y le lancé una sartén.

- ¡¿ESTÁS LOCA?! Gritó asustado y a la vez muerto de risa, por suerte logró esquivarla y me ahorré una visita al hospital con Lucas inconsciente.

Recibí muchas llamadas de leah, necesitaba recibir noticias de que todo estuviera bien.

- Creo que debes irte.- me miró con algo de tristeza y desdén. No habría querido marcharme pero tenía muchas cosas por hacer; me acerqué a él y le agradecí por el rato de diversión. Cuando me alejé para tomar las llaves del auto me cogió del brazo y me plantó un cálido beso en la mejilla.

Encuéntrame, más allá de las ciudades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora