Prólogo

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Hubo un temblor que agitó el agua en donde los cisnes nadaban pacíficamente. Todos ellos salieron volando despavoridos por el arrebato de aquella paz que rogaban encontrar a donde quiera que iban y sólo ahí conseguían.

La joven rubia frunció el ceño, sabiendo el origen de aquella calamidad justo en el momento en que esta estaba sucediendo. Lo que la desconcertó en sí no había sido tal artilugio de la naturaleza, sino su evidente contraste de fuerza con los otros que comúnmente se daban cuando algo así pasaba. Dejó atrás la comida que estaba destinada a las aves y se dirigió rumbo a la cabaña resguardada bajo las raíces de aquel grande y hermoso fresno.

—¿Qué ha pasado? Pareciera que hubieras presenciado algo trágico, pequeña.

Sentadas sobre una banca construida de una de las ramas del árbol, se encontraban tejiendo una mujer mayor con el rostro coronado de cabellos blancos, quien acababa de reírse de la más pequeña, junto a otra que serenamente cantaba una tonadilla musical que ya se sabía más que de memoria.

—Es que no me esperaba tal repercusión aquí por lo que está pasando, tenía entendido que no sería tan devastador.

—Todo lo que a él compete es devastador. Y lamentablemente tendrá consecuencias en cualquier otro sitio en el que se encuentre.

El tarareo se vio interrumpido por la abrupta conversión de este en palabras, que habían sido pronunciadas por aquella mujer con cabellos oscuros a un costado de la otra. Esta tenía las arrugas características de la mediana edad y unas cejas delgadas que custodiaban unos ojos que en ese momento, se abrieron en dirección a la joven rubia, como si el manto blanquecino que cubría sus pupilas no fuera impedimento para saber en dónde estaba. Y ciertamente no lo era.

Tomó asiento a un lado de aquella mujer que admiraba y respetaba desde siempre, cuando se les había asignado la tarea que tendrían que llevar a cabo hasta el fin de sus días... o del mundo, lo que ocurriera primero. Agarró su telar y empezó a hilar siguiendo el ejemplo de las otras, hasta que de repente se percató que la anciana miraba fijamente algo que la invidente, estática, sostenía en sus manos. En cuanto posó sus ojos en aquellos hilos, los reconoció.

—Están muy juntos —afirmó lo obvio.

—Más de lo que deberían.

—Un poco menos de lo que han estado —carraspeó la senil mujer.

—¿Los dejaremos acercarse, aun cuando toda la fatalidad actual está por consumirnos?

—Morirán antes de que aquí sea decidido nuestro destino. Incluso te puedo asegurar pequeña, que pasarán siglos allá cuando por fin todo llegue a su desenlace. El tiempo es relativo.

—Además, aunque Odín mismo nos ha pedido una oportunidad para él, no podemos dársela en nuestro espacio temporal. Ya no hay salvación para él aquí, pero allá sí. Allá todavía está por revelarse su destino.

La tríada de la fortuna asintió dándose consentimiento la una a la otra para lo que cada quien debía tejer. De un momento a otro ya tenían un plan y pese a lo que los mortales y dioses creían, en la mujer ciega no residía el poder para manipular el curso de los acontecimientos, sino únicamente aquel que el árbol le confería para encaminarlos y predecirlos.

Después de todo, era Yggdrasil quien regalaba el libre albedrío..., y también podía quitarlo.

...............

¡Buenas! Espero que el inicio haya sido entendible. La verdad es que la historia en sí no tendrá tintes mágicos, sólo que esto está aquí para *spoiler*. En fin, este es mi primer fic, así que me esforzaré mucho. Acepto críticas constructivas y correcciones ortográficas.

Por cierto, subiré capítulo los domingos en la mañana.


Todo y nada (Thorki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora