Capitulo tres.

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  La habitación de Sebastian se mantenía en un ambiente cálido y la luz de la luna era la única que se lograba ver en aquella noche. Una noche tierna y llena de pasión. Sus manos iban acariciando suavemente todo mi cuerpo, desde mis piernas, hasta que pasaban con cuidado por mi torso y llegaban hasta mis hombros.

— ¿Cuanto tiempo estuviste esperando para sentir mi cuerpo de esta manera? —Pregunte, mirando sus ojos.

        Él esbozó una sonrisa, donde aquellos perfectos labios dejaban ver su dentadura.

— He esperado mucho. No crea que es muy fácil esperar —Tomó una de mis manos, con la cual entrelazó sus dedos en los míos—. Lo deseo como no tiene idea.

— Sabes muy bien que estoy muy ocupado. No deberías desesperarte.

— ¿En serio me dice eso luego de ya varios años? —Alzó una ceja, y yo no pude evitar reírme—. Quiero verlo en mi situación ahora mismo.

        Una de sus manos subió hasta mi cabello donde poco a poco fue desatando aquel nudo de mi parche, hasta que éste cayera en mis piernas.

— Sebastian, es una orden. Quiero que me beses.

         Él no esperó nada más antes de que sus labios se juntaran con los míos. Mi cuerpo entero se llenó de emociones cuando aquellos labios carnosos tocaron los míos. Nuestros suaves labios se sentían tan bien en aquel beso que pensé que estaba soñando. Y ahora que lo pensaba, jamás había visto la forma real de Sebastian como un demonio.

         Poco a poco, sus manos me fueron dejando entre las telas de su suave cama, dándome a entender que quería más que un simple beso. Una de sus manos tomó el control de comenzar a desabotonar mi chaqueta, y una vez hecho eso, comenzó con los de mi chaleco. Sus labios bajaron hasta mi cuello, dejando marcas y mordidas en mi piel, mientras que sus manos iban quitando de mi cuerpo aquellas prendas de vestir.

        Nuestros besos fueron volviéndose más y más profundos y con ese toque de pasión entre ellos. Nuestra piel tenue era la que resaltaba bajo la luz de la luna y entre las sabanas. Entre nuestros pechos desnudos todo era como un sueño. Caricias provocativas, pequeños jadeos entre ambos y nuestro aliento apresurado. Cada palabra era un ''Te amo'', cada caricia era un ''Te deseo'', cada forma de mirarnos era un ''Jamás me dejes... Jamás me cambies''. Era señales que nosotros entendíamos mejor que nadie más.



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Los juegos Phantomhive.

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Cuando menos los esperé, el sol que adornaba la habitación me despertó de mi sueño. Me di cuenta rápidamente, que no era mi habitación, si no la de Sebastian. Lo primero que hice fue mirar el techo y quedarme allí, pensando todo lo que había pasado la noche anterior.

— Mierda —Un dolor provenía de mi parte trasera y enserio dolía como el diablo—. Maldición, anoche fue demasiada diversión.

        Trate de levantarme de la cama pero me fue imposible, caí nuevamente en la cama. Muy gracioso, ahora pensaba en como podría caminar luego de este dolor. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta.

— Muy buenos días, Bocchan —Entró con aquel transporte de comida. Té negro, algo de Brioche Francés, mi periódico y... ¿Un sobre?— ¿Pudo dormir anoche?

— Dormí muy bien —Hice una ligero movimiento con la cabeza—. ¿De quien es el sobre?

— No la he abierto —Tomó el atrevimiento de tomarla y entregármela.

        No iba a mentir, tenía curiosidad de saber de donde y de quien provenía la carta. Abrí el sobre, sacando la hoja con una escritura fina y cuidadosa. Mis ojos poco a poco se fueron abriendo cuando supe de quien se trataba.

— ''Muy buenos días, Conde Ciel Phantomhive. Le vengo a dar la invitación a mi reunión con mi familia en mi mansión WM. Su prima Elizabeth Midford, actualmente mi pareja, me ha contado mucho sobre usted y me parece buena idea que podamos conocernos. Puede venir a partir de las siete antes de la cena. Estaría agradecido de que pudiera asistir'' —Tenía que recordar que no lo hacía por aquel chico, lo hacía por Lizzy—. Saludos y firma Alois Trancy.

        Tanto Sebastian como yo nos quedamos callados para analizar la situación. Por lo que había logrado escuchar, aquella mansión había estado ocupada por el ex Líder de los Trancy. Un hombre gordo y anciano, depravado y promiscuo que estaba ''enamorado'' de los niños. Al parecer aquel hombre había tomado el puesto de Líder hasta que murió, dejando el cargo luego a Alois.

— ¿Entonces? —La voz de Sebastian hizo que mi mirada se fijara en él—. ¿Va a aceptar la invitación, Bocchan?

— No me presiones —Tenía que hacerlo. Por Lizzy, por Lizzy—. Alois Trancy... Me gustaría saber quien es y por quien se conforma. Cuales son sus sirvientes y ver cual fue su pasado.

— ¿Quiere saber su pasado? —Sus ojos brillaron al ver los míos. Luego de servir el té, me dio—. Yo podría hacerle ese pequeño favor.

— Tendríamos que pensar en todas las posibilidades de que salga mal —Me lleve el té a la boca para probarlo—. No hay que dejar que nos descubran.

— ¿Qué le parece si se levanta y hablamos de esto mientras comienzo a vestirlo?

— Si está bien. Pero tendrás que ayudarme —Su cara hizo el movimiento de levantar una ceja—. Me duele allí atrás...



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Los juegos Phantomhive.

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— Hemos llegado Bocchan —Dijo, abriendo la puerta de nuestro carruaje, antes de que pudiera bajarme— Esta es la mansión Trancy. 

          Tuve que mirar muy bien la mansión en aquella noche tan profunda. La mansión tenía un  amplio tamaño, constando de varias hectáreas de propiedad. Sus paredes están hechas de un material similar al ladrillo, dándole una apariencia tanto imponente como resistente. Sus techos son de un gris. Aunque las paredes de la mansión van cambiando de color, dependiendo de la ocasión (fiestas, invitados, etc), por lo que podía ver.



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