1. Cambio de ambiente

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-Emily... será mejor que nos vayamos-dijo Mar que estaba a su lado. Esta asintió-.

-Nos veremos por aquí -nos sonrió a David y a mí-.

Desde que Daniel me había dicho que uno de nosotros era la persona encapuchada no sabía en quién confiar. Todo lo que había pasado en este tiempo, las imaginaciones de los cuervos... pensaba que estaba empezando a alucinar. Me alegraba no ser la única en haberlos visto y en cierta manera me ayudaba a tranquilizarme y a sentir mejor, pero sabiendo que la pesadilla se había vuelto real me hacía sentir más miedo e insegura. Cualquiera podría ser, incluyéndome a mí ¿Y si fuera yo? No quería ni pensarlo, no sé cómo reaccionaría.

-Está bien- le sonreímos David y yo de vuelta-.

Vi cómo se iba con Mar todo recto y entraba en una de las puertas del pasillo de la izquierda de la entrada. Aunque parecía que todo seguía cómo antes podía percibir un ambiente misterioso y ¿temor de todos por quién podría ser? Todos podíamos sentirlo, más algunos se les notaba más que otros.

-Bueno, tengo que irme llego tarde para soñar -se despidió con la mano David. Asentí-.

Oí que alguien se acercaba dónde me encontraba. Sentí nervios, pero no sabía por qué. Miré más allá y vi que era Víctor con expresión arrogante y la misma cara de no me importa nada que siempre transmitía.

-En cuánto menos te lo esperes, atacará -me susurró en el oído-.

- ¿Qué? ¿Quién? -pregunté confusa-.

Para mí sorpresa, Víctor se río por lo bajo y sonrío cómo si fuera una ingenua que no se entera de nada. Se me quedó mirando unos instantes por si me daba cuenta de a qué se refería.

- ¿Tú qué crees? -me sonrió-. Tengo que irme, nos vemos -se volvió serio al darse cuenta que no estábamos solos-.

Víctor me parecía una persona peculiar y extraña que nunca acaba de conocer. Era cómo si de una cebolla se tratara, tenía muchas capas. Tenía curiosidad por querer saber más de él, pero apenas surgía conversación. Las veces que me había hablado eran un poco raras.

La grieta estaba totalmente cubierta. La puerta de la entrada del castillo era totalmente negra cómo si fuera de tinta, por no decir cómo estaban las flores, las cuáles habían perdido la belleza que habían tenido un tiempo atrás. Los cuervos seguían picoteando los restos de las cámaras de seguridad que, hasta hace poco, nos protegían de la persona encapuchada. El viento amenazaba con su poderosa fuerza y sonidos escalofriantes que se nos metían hasta en los huesos. Fuera continuaba lloviendo cada vez con más fuerza y las nubes eran más negras de lo normal. Se estaba empezando a formar lo que parecía ser un agujero justo arriba del castillo. Daba mal rollo, a decir verdad.

Por no hablar de los sueños, desde que había tenido el primero mi vida había cambiado por completo. Tenía la impresión de que los sueños estaban relacionados con todo lo que estaba pasando. Lo que no sabía era que tenía que ver la grieta en todo esto, solo que había hecho que los que estábamos en el castillo no pudiéramos despertar y los que estaban en "nuestro mundo" no pudieran dormir. ¿Tendría algo que ver con los cuervos, el tiempo y la persona encapuchada? Quién sabía. ¿Qué tendría que ver la espiral con toda esta historia? Cada vez me surgían más preguntas por las pocas respuestas que tenía hasta el momento.

-Alaya...-me llamó Morfeo con la mano sutilmente. Daniel y él estaban juntos-. Tengo que acompañaros hoy y asegurarme que todo sigue bien-sonrío débilmente. Me miró con interés-.

-No hay problema -sonreí con timidez-.

-y tiene k revisar tu evolución -dijo Daniel sonriendo cómo siempre alternando su mirada entre las horas, Morfeo y yo. Asentí-. Manos a la obra -continuó cerrando el cuaderno y levantando la vista sonriendo y concentrado-.

Los tres subimos unas escaleras. Estas iban en dos direcciones en forma de espiral. Fuimos por el de la derecha. Estuvimos un buen rato hasta que llegamos al final.

Ahí, nos encontramos con un largo pasillo con un montón de puertas en los dos lados. Las paredes eran un equilibro perfecto entre la tranquilidad y la pureza. Pasamos por todas ellas. Una me llamó bastante la atención. Estaba separada del resto.

La diferencia esta vez de las anteriores, es que al igual que en la entrada del castillo, toda la estancia estaba cubierta en la parte superior por una grieta sin dejar ningún espacio entre las esquinas. También, la sala violeta era un poco más oscura a cómo la recordaba, juraría que antes era cómo la realeza y que ahora, había perdido ligeramente el color, aunque tal vez me equivocaba.

Me acuerdo al principio de toda esta aventura que Daniel dijo que "Era parte de las reglas" y que me lo explicaría más tarde lo que estaba pasando. Con lo de la persona encapuchada, supongo que se referiría a eso. Fue la primera vez que vi que en este lugar había cámaras de seguridad, pero para entonces, pensaba que era solo mi imaginación ya que fue después de haber tenido el primero sueño extraño. Marcus. Decía que venía por mi y me quedé bloqueada durante unos instantes. Jamás olvidaré todas las experiencias que he tenido.

-Bueno... ya sabes cómo funciona, así que no estarás nerviosa- se volvió serio Morfeo-. Mientras estés dentro iré revisando tu evolución -continuó cogiendo el cuaderno que le prestaba Daniel-.

- ¿Sabéis? Incluso tengo ganas -sonreí. Daniel me sonrío de vuelta y Morfeo ligeramente-.

-Y recuerda... ¡No pierdas de vista la puerta o no podrás volver! -dijo con gracia y sonriendo Daniel, otra de sus características. Lo echaba de menos-. No te preocupes, que estaré aquí vigilando para que no te pase nada -puso una mano en mi hombro mientras me sonreía. ¡Suerte! -acabó mientras me abría la puerta-.

En cuánto pasé se cerró sin más dejándome a solas con la oscuridad y mi suerte. ¿Dónde iría esta vez?

Las pesadillas de Alaya✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora