10. Atrapada

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Intenté mover los brazos y las piernas para escaparme sin éxito. Algo me retenía. Toqué el extraño objeto que impedía que pudiera irme. Era frío y de metal. Eran cadenas. ¿Pero cómo?

Sabía lo que me hacía presa, pese a que no podía verlo. Todo estaba oscuro. Alguien me observaba, de eso estaba segura. Notaba su presencia. Hacía un poco de frío. No se suponía que al estar en el "Túnel de los sueños", una vez pasada la puerta que se encuentra en "La sala de ensueño" y conduce aquí, al ser un sitio cerrado, por así decirlo, no debería hacerlo. Todas las veces que había estado aquí, estaba bien de temperatura, pero era la primera vez que me notaba fría.

Ahora veía que había un gris oscuro. Podía ver poca cosa. Lo suficiente por eso. Los grados iban bajando lentamente y mi cuerpo lo empezaba a notar. Veía el vapor de mi respiración saliendo por la nariz, cómo si una vida se fuera poco a poco. Las cadenas se volvieron más pesadas.

Dos cuervos aparecieron en el cielo negro. Volaban con un destino fijo. Yo. Venían decididos a dónde me encontraba. No tenían ningún miedo hacía mí, la verdad, me hubiera gustado sentir lo mismo por ellos, aunque no era verdad. Aparentaba fortaleza. Graznaban para intimidarme y lo conseguían. Al no saber, quién podía ser... me entraba una mezcla de curiosidad y temor por cuándo lo descubriera. Un cuervo se posó en mi brazo izquierdo y el otro en el derecho.

Se oyó un ruido. Unos pasos en la lejanía salpicados por el charco. Se mostraban seguros. Quería distraerme. Confundirme. Al llevar la máscara, nunca sabía que expresión tendría detrás de ella, pero sabía que le gustaba disfrutar haciéndome paranoias. Quería que me entrara pavor antes de mostrarse. Siempre lo hacía.

Se oyeron unos gritos ahogados. Parecía provenir de una chica. ¿Emily? ¿Mar? ¿Cómo podía llegar el sonido hasta aquí? Tenía que ir dónde fuera qué estuvieran. Comprobar que estaban bien y solo fuera cómo David, que tuviera una crisis de ansiedad.

Desde que estábamos aquí debían haber pasado ya varias semanas. Hasta ese momento, no me había parado a pensar que estarían haciendo las personas que no podían soñar. Cansadas estarían empeorando la salud. ¿Habría noticias sobre este acontecimiento? ¿y sobre nosotros que no podíamos despertar? Empezaba a notarme algo cansada ya que hacía demasiadas horas que no dormía. ¿Era una táctica de la persona encapuchada? ¿Debilitarnos sin poder dormir?

- ¿Emily? ¿Mar? -grité con la esperanza de recibir una respuesta-.

Nada. Sea quién fuera esa voz, se había desvanecido cómo por arte de magia. No me calmaba, más bien me hacía preocuparme. Sonaban aterradores. ¿La persona encapuchada podría estar en más de un lugar a la vez? ¿Qué quería lograr con todo esto? Se oyó un golpe. Eso fue todo. ¿Era una respuesta por los nombres? ¿Alguien habría golpeado con la mano o habría chocado algo?

-No me digas que alguien te va a oír, eres bien tonta -se río la persona encapuchada-.

No podía verle, pero lo sabía. Los pasos se escuchaban más cercanos. Estaba alrededor mío. Me producía escalofríos no haberme dado cuenta de lo mucho que se había acercado. Seguía estando todo lo bastante oscuro para no poder ver a la persona encapuchada. Sobre todo, por la ropa que llevaba, que era toda negra.

De repente, noté que alguien me tocaba el brazo derecho. Estaba delante de mí. El túnel se encendió lo suficiente para poder ver que estaba enfrente. Me asusté, aunque lo disimulé cuándo al mismo tiempo que se volvía menos oscuro, dio un paso adelante. Percibía seguridad y maldad, pese a que no podía ver ninguna facción para ayudarme a reconocer quién era.

- ¡Déjame! -lo intenté apartar con el brazo. Mis esfuerzos eran inútiles. Prácticamente no podía moverme-.

-No sé cómo alguien tan insignificante puede haberme causado tantos problemas. Es una pena que nunca te acuerdes -me tocó la cara. Le escupí-.

Se hizo un silencio. Nos quedamos mirándonos a la cara. Intenté liberarme. Notaba las cadenas un poco más flojas. ¿Me estaría haciendo más fuerte o la persona encapuchada más débil?

- ¿Nunca me acuerdo? -me quedé confundida. Se río-.

-Los tiempos siempre cambian ¿no? -se fue caminando hacía atrás-.

Me sentí cómo si volara. Estaba en libertad. Sentía que me dolían las muñecas, pero no tenía que tiempo que perder. En cuánto me di cuenta, me había puesto a correr lo más deprisa que podía para huir, quería volver a sentirme a salvo. De reojo pude ver a la persona encapuchada que me observaba desde atrás sin ninguna intención de ir tras de mí.

-Diviértete antes de que empiece la fiesta – dijo justo en el momento en que cogía el pomo de la puerta y salía. su voz se escuchó por todos los rincones. Me produjo escalofríos. Cerré la puerta-.

¿Qué estaba planeando? ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué habían sido esos gritos?

Las pesadillas de Alaya✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora