El lado duro de amarte

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Recuerdo haberte visto pasar y la manera en que no dudé en sonreír ante tu imagen. Recuerdo haber susurrado, con el corazón haciéndose pequeño, casi sin notarlo, la posibilidad de que sintiera más que una absurda amistad.

Gran error.

Pasé mucho tiempo deseando no sentir nada; pero tu sonrisa, tus ojos y el capricho que tienes con tu cabello no me dejaban concentrarme.

No me importaba graficar o saber sobre los linfocitos, sólo quería perderme en tu risa, así de absurdo. Esquivé a tantas personas, convencida de que no necesitaba de un chico que me hiciera perder la cabeza. Pero entraste en ella, en este mar de desastre y turbulentos pensamientos.

No podía escapar de tus cosquillas, de tus excusas para hablarme, de esas llamadas hasta la madrugada donde nos quedábamos dormidos; de tus promesas de ver el amanecer, de ir a festivales y de hacer vino, de escaparme contigo, de tomar tu mano y huir a ser felices.

Pero no soy buena siendo feliz, estoy ahogada en remordimientos y atormentada con recuerdos. Y siempre me alejo, siempre lo arruino para no arriesgarme a ser la tonta que creyó por fin sería feliz.

Y me arriesgué contigo; después de pelear, después de todo, siempre volvía a ti, pensando en que debía dejar de hacerte difícil acercarte.

Era feliz.

Cada que te abrazaba y tu corazón se aceleraba, y tus dedos recorrían mis mechones; cada roce de tus labios o cada beso forzoso en la sien o en la frente. Tus ojos brillando en la oscuridad y tus manos encarcelando las mías temblorosas. Tu brazo alrededor de mis hombros, y cómo me veías y sonreías sin razón aparente. Los viajes en tu coche, las noches en tu casa y los juegos absurdos y bromas locales.

Muy tarde confesé lo que sentía, te emocionaste; pensé que sería una rotunda negativa, pero ahí andabas feliz, abrazándome. Desaparecías y volvías.

No olvidaré aquella noche fría, envueltos en una manta abrazados. Te susurraba mientras luchaba por no sollozar demasiado en tu pecho, y tu mano recorriendo mi espalda. Menos olvidaré el frío después de haberme marchado.

Pero creo que lo que más se mantendrá en mi memoria será aquella noche de vodka y tequila, no fue la peor combinación; tus labios chocando desesperadamente con los míos me embriagaron aún más. Por fin pude sentir esa magia de la que muchos hablan, sin miedos, sólo tú y yo en la oscura habitación. Tenías veneno en los labios y me atreví a probarlos, incluso lo disfruté y me acercaba con gusto a mi perdición.

Qué poco duraría, pues eres indeciso. O algo peor.

Excusas fue lo único que encontraste. No podías simplemente decir "no", querías destruirme. 

Supongo que a pesar de todo, con mi masoquismo y absurda ilusión, te quería ver feliz.

Lo más difícil es darse cuenta cuando simplemente nunca serás alguien especial para quien quieres. Sin excusas, sin pensar que yo estuve antes; sin ninguna ridiculez de que era demasiado para ti. Sólo no era para ti, tan sólo nunca seré esa chica.

Es hora de simplemente dejarte ir.  Este es el cierre de una historia absurda y demente. Con más altibajos de los que creí soportar.

Porque al final sólo fui la torpe chica que asumió sería feliz contigo.

Lo inefable del almaWhere stories live. Discover now