Quién lo diría

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Es curioso cómo va la vida; entre días dulces y noches amargas, de la luz cálida a la oscuridad helada, cómo se mueve impredecible.

Y es que yo sólo he sabido escribir de lo que duele, de lo que mata. De todas las veces que me sentí derrotada o abandonada, encarcelada y desdichada. 
Pero ahora estoy aquí, con una taza de té caliente, una canción animada y una sonrisa enmarcada.

Quién lo diría, que despertaría sin que el cuerpo doliera.
Quién lo diría, que buscaría qué hacer, no por huir de mis pensamientos o soledad, si no por el impulso de ser mucho más.
Quién lo diría, que un día sonreiría sin temor, y reiría con convicción.

Nadie puede decir con seguridad cómo funciona un ser humano si poco le conoce. Poco podríamos saber nosotros sobre las palabras correctas y las acciones adecuadas que salvarían o, en su contrario, arruinarían a una pobre alma agitada de una vida estresante. 
Y podemos llenarnos de flores, de poemas alucinantes, líricas motivantes, paisajes que quitan el aliento, de palabras y experiencias que cuentan más de lo que creemos. Podemos decir todos los discursos que queramos, los consejos que necesitemos, pero nada servirá.
Nada servirá para quien no está en su momento, para quien no le ha llegado su tiempo de poder entender de qué trata. 

Es triste, claro es, que muchos duermen sin tener la seguridad de qué sucederá, que tantos se pierden en un abismo que sólo conocen como eterno, que bajan mucho antes del tren sin saber a dónde irán a parar (por esta misma razón).
Es deprimente y es frustrante, andar por la vida sin certeza de qué pasará, quebradizos en profundidad, en trozos que no puedes pegar. 
Eso no cambiará.

Pero quién lo diría, sólo era cuestión de aguantar.

Lo inefable del almaWhere stories live. Discover now