Lo inefable del alma

Desvanece

No desaparezcas.

Que tus ojos caídos sean de sueño, del cansancio de un mal día y no de una mala vida.

No decaigas.

Sé que te ha costado levantarte de la cama, que necesitas que te empujen porque ya no das los mismos pasos firmes que alguna vez te caracterizaron tanto. Sé que ya no tienes el ceño fruncido que tanto temor infundía, y que esa sonrisa que adornaba tus ojos brillantes está escapando, pero que no se deslice de tu dedos como arena de tú vida. 

No te rindas.

Sí, las dificultades son grandes, la carga es pesada; pero por favor, no te rindas. Que sí vale la pena, que cada una de las derrotas de los años no serán nada.  Que los dolores pasan, y las pequeñas punzadas al anochecer se borrarán y reemplazaran en tu sonrisa.

No te escondas.

Que no es cansancio,  no es algo pasajero que un día está y al otro no. Que si cargas con tanto, deja que cargue una parte para ti. Solo suelta por un momento ese orgullo que no puedes evitar, solo deja que acudamos a ayudarte. Que tomará tiempo en sanar, pero lo hará.

Todos necesitamos que nos quieran y nos cuiden.  Guardar un sentimiento no significa que se borrará, solo demoras el impacto, y si un día la fortaleza que construiste no puede más, el golpe siempre vendrá con más. Así que toma mi mano con fuerza, no dejaré que caigas.

No, no necesitamos huir de lo que sentimos. Es como polvo que se acumula, como la ropa que arrumbas, son las palabras que se atoran en la garganta y no te dejan respirar. 

Tú eres libertad, eres amor, un amor duro como roca, y tan cálido como fuego. 

Sí, eres fortaleza y seguridad, así que por favor, no te desvanezcas.

Que aún no es tiempo.