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Una vez que se subió a mi lado en el carro conté hasta 5 antes de volverme hacia a ella y sí, tal como lo imaginaba esa sonrisa boba aún brillaba en su rostro.

- Que te causa tanta gracia - procuré no demostrar el interés que me generaba su radiante sonrisa - ¿Crees que siempre voy a ser tu salvavidas? Pues estás equivocada, debes ser más atenta, no siempre estaré por allí para ayudarte

Su sonrisa no bajó de intensidad pese a que esperaba que lo hiciera

- ¿Acaso sólo vas a sonreírme? ¿No hay nada más que te pase por la mente que sonreír como boba?

Su mirada recorrió mi rostro lentamente y cuando se posó en mis labios, está cambió de manera radical a una mirada intensa y profunda, casi felina

Sentí que se me secaban los labios e instintivamente pasé mi lengua por ellos, para aliviar la sensación de sequedad. Lorena siguió atentamente todo mi movimiento, juraría que casi sin pestañear y tras un minuto atrapó su labio inferior entre sus dientes de la misma manera que había hecho en su casa antes de besarme

Una sensación fría recorrió mi nuca, siendo consciente de como ella cortaba poco a poco con la distancia entre nosotras. Pero cuando pensé que me iba a besar siguió de largo hasta llegar a mi oído derecho

- Tengo unas jodidas ganas de besarte que no puedo con ellas, mi sonrisa es algo suave con lo que puedes lidiar. Tú me dices que prefieres - susurró quedamente en mi oído provocando que un escalofrío recorriera toda mi espina dorsal

Atrapó el lóbulo de mi oreja entre sus labios durante algunos segundos en un movimiento que por poco no me provoca suspirar. Apreté mis labios para evitar emitir cualquier sonido y solté el aire contenido cuando volvió a su asiento

Su sonrisa no tardó en aparecer y decidí que prefería aguantar esa sonrisa, por lo que tomando aire y apretando el volante con fuerza emprendí la marcha

Llegamos a su casa y pese a poner algunas excusas Lorena insistió que pasara.

Una vez que cerró la puerta y se volteó a verme, supe que había cometido un error. Su mirada brillaba de intensidad y su sonrisa ya no tenía nada de boba, ahora era muy sugerente

Retrocedí pasos infinitos mientras ella avanzaba acercándose, el tope con una pared a mi espalda me hizo sentir acorralada

- Y bien... Ahora supongo que me puedes explicar porque rayos me evitas, o crees que no me he dado cuenta... - su rostro estaba peligrosamente del mío y trataba de descubrir si aquello me agradaba o desagradaba

- No es nada... - miré al suelo

- Mira si quieres mentir puedes hacerlo mejor que eso... - levantó mi rostro con un par de dedos hasta que sus ojos tenían acceso a escudriñar los míos - Vamos... Algo te sucede conmigo y quiero saber qué es

Tomé aire, aquella chica no se rendía nunca, ni la ley del hielo podía hacerle en paz

- Estamos algo grandecitas para jugar a la ley del hielo... Vamos, me lo puedes decir sola o te lo puedo sacar a besos - su sonrisa traviesa me hizo tragar saliva, su mirada estaba fija en mis labios casi podía sentir como los devoraba aún sin rozarlos

- No te atreverías - el temblor en mi voz reveló mi nerviosismo

- Claro que puedo, es la forma más efectiva de sacar palabras, ¿quieres probarme? - abrí mis labios para pronunciar un no

Pero fue más rápida y sus labios atraparon los míos de manera demandante. En primera instancia quedé shockeada, no pensé que se atrevería. Pero sus labios devoraban los míos con ansias y poco a poco el shock inicial dio paso a una nueva sensación en mi, misma sensación que había experimentado la vez anterior al sentir su beso, pero esta vez la intensidad del beso acrecentaba por mil esa sensación

El vacío de Isidora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora