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Llegué a mi casa y bajé del carro aún intentando no entrar en crisis nerviosa. Mi vista fue atrapada por la intensa mirada de Lorena que descendía también de su camioneta. Me sonrió mostrando sus blancos dientes de manera coqueta mientras paso a paso disminuía la distancia que nos separaba. Contuve la respiración intentando mirar hacia otra parte, pero sus oscuros e intensos ojos me tenían completamente atrapada a su mirada, por lo que solté lentamente el aire contenido, absolutamente resignada.

Posó sus manos en mi cintura mientras sus labios, aún con esa sonrisa, se acercaban lentamente a mi rostro. Estaba por sucumbir ante ella y todas las miles de emociones que causaba en mi, cuando recordé que estábamos en la acera, frente a mi casa, a vista y paciencia de todo quien asomara la nariz por aquel lugar, incluyendo a Sofía

- Espera... - musité casi contra sus labios producto de la cercanía - Que estamos en la calle a vista de cualquiera, vamos a mi habitación y... Conversamos allí ¿Sí? - intenté casi en vano que mi temblorosa voz no reflejara mi profundo nerviosismo por su inminente cercanía

- Te confesaré que... Lo que menos pienso en estos momentos es en conversar, es necesario si, pero muero por besarte nuevamente - suspiró Lorena mientras se acercaba un poco más para rozar mis labios con los suyos sin llegar a concretar un beso

Contuve el suspiro que quiso salir de mis labios y haciendo acopio a la poca fuerza de voluntad que tenía retrocedí un paso y le sonreí, sonrojada

- Ven, sígueme - tomé suavemente de su brazo y di la media vuelta en dirección a la entrada de la mansión

Sofía nos abrió cauta como siempre, recibiendo nuestras bolsas y anunciando con parsimonia que nos llevaría la merienda a mi habitación

Una vez que se retiró, Lorena, que ya sabía el camino casi me arrastró por las escaleras en dirección a mi habitación. Entramos y apenas cerré la puerta sentí sus manos aferrar mi cintura, por la espalda. Estaba entre la puerta y Lorena, de cara a la puerta y el sentir sus manos estrechar mi cintura con ansias producía una sensación inexplicable en mi, sensación que acrecentó a chorro cuando la sentí pegarse a mi espalda y ahora rodear mi cintura con sus brazos. Mi cuello encajaba perfectamente a la altura de sus labios, los cuales no tardé en sentir besando toda aquella zona. Continuó con un recorrido de besos hasta el otro lado de mi cuello, pasando por la nuca, produciendo millones de escalofríos que recorrían sin tregua toda mi columna vertebral.

En un rápido movimiento me giró en 180° hasta quedar frente a ella, su mirada estaba aún más intensa que antes lo que me provocó una resequedad general en la boca, automáticamente pasé mi lengua por los labios para mitigar la sensación, Lorena sonrió de manera sugerente y sin segundo de aviso se me abalanzó sobre los labios, tomando prosesión de ellos hambrienta. Con las ansias empujaba su cuerpo contra el mío, aprisionándome más contra la pared. Un hormigueo recorría mi sistema nervioso y cada terminación sensible pulsaba en respuesta a sus caricias, a sus besos apasionados

No me di cuenta para cuando nuestros cuerpos estaban tan pegados el uno al otro que sentía sus latidos casi en una competencia de rapidez y velocidad a la par de los míos, sus pechos, vientre, piernas, todo encajaba perfectamente con los míos y se unían a tal magnitud que ya no sabía donde terminaba mi cuerpo y comenzaba el suyo.

Separé mis labios de los suyos jadeante y sin aire, Lorena insaciable realmente necesitaba más de mí y buscó mi cuello con sus labios, lamiendo y devorando con ansias la piel que encontraba a su paso. No pude evitar un leve gemido al sentir sus labios provocar tal magnitud de placer en mi piel

Levantó el rostro con los ojos brillantes

- ¿Te gusta? - jadeó con una leve sonrisa y esa mirada tan intensa fija en la mía

El vacío de Isidora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora