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Al día siguiente bajé de mi carro deportivo, tomando la bolsa con el vestuario de ballet para ingresar a la Academia, cuando un particular sonido que ya había escuchado previamente llamó mi atención

Alcé la mirada para encontrar a una seria Lorena, aparcando su sonora camioneta. Sentí un inevitable e inmenso nudo ubicarse en la garganta de manera automática al ver la camioneta. Aquello significaba que los trayectos llevando a Lorena a su casa habían llegado ya a su fin... El nudo comenzó a incomodarme a magnitudes mayores e intenté tragar saliva sin éxito. ¿Porqué de repente aquello parecía afectarme?

Pensándolo racionalmente era lo mejor que podía sucederme... Con esto me evitaba el tener a Lorena cerca más de lo estrictamente necesario, inclusive debería estar aliviada, feliz o agradecida, pero... Por alguna extraña razón no me sentía así y el inmenso nudo en la garganta hacia presión sin compasión

Lorena bajó de la camioneta cerrando la puerta con fuerza y sacándome automáticamente de aquellos pensamientos. Me quedé inmóvil, sin pestañear ni respirar, tan sólo me quedé de piedra viéndola como se acercaba en dirección a la entrada y por ende a mí.

Al pasar por mi lado levantó una mano en señal de saludo y pasó veloz por mi lado, perdiéndose en el interior del edificio

Quedé fija en mi posición, botando lentamente el aire contenido y con el ceño fruncido. ¿Acaso ahora ella me estaba evitando? Sentí como una piedra invisible hacía presión en mi corazón, encogiéndolo de manera considerable en mi interior. Tomé aire un par de veces intentando mantener la compostura

Si Lorena me evitaba no debía afectarme de manera alguna, es más, debía estar agradecida. Después de todo eso era lo que yo deseaba ¿No? Una distancia entre ambas

Apreté la boca en mi gesto de preocupación habitual y tras unos segundos sacudí la cabeza. No iba a afectarme por esto, sería ridículo de mi parte hacerlo cuando yo era la que había pedido el espacio. No me iba a confundir ahora, no señor.

A paso firme ingresé al edificio, suspirando con cierto alivio al sentir la protección que ese ambiente provocaba en mi

*

Horas más tarde y tras salir recién duchada del camarín me dispuse a salir del edificio y partir a casa.

Al cruzar la mampara de la entrada lo primero que vi fue la camioneta de Lorena a unos metros delante de la mía, ella aún no había salido. No sabía si sentirme aliviada o no... Pero ella no me había buscado en todo el día, se había limitado a estar en su sala, a diferencia de los días anteriores que no sabía cómo sacarla de mi salón pues se negaba a estar lejos de mí por mucho tiempo

Tomé aire aferrando el volante entre mis manos con fuerza, recién caí que había estado tan inmersa en mis pensamientos que no me había dado cuenta de cómo ni cuándo había entrado al carro. Observé los nudillos blancos de mi mano, percibiendo la fuerza que ejercía sobre el volante y poco a poco la disminuí hasta que mis nudillos volvieron a su color natural. Sin poderlo evitar di una mirada al asiento del copiloto, quizás en otra situación Lorena se hubiese sentado allí con su boba sonrisa, esperando que la llevara a su casa, ahora en cambio sólo había un asiento vacío. Nuevamente sentí un nudo no deseado situarse en la garganta a presión, mientras que un suspiro involuntario salía de mis labios

- ¿Esperas a alguien güera?

Di un respingo como respuesta automática ante aquella ronca voz, mientras quitaba mi vista rápidamente del asiento vacío y la llevaba hacia Lorena, que se encontraba levemente inclinada frente a mí ventanilla

- Yo, este... No - murmuré en voz baja

- Menos mal - sonrió coquetamente e ingresó medio cuerpo dentro de mí carro por la ventanilla para apoyar su mano en el asiento del copiloto - Porque este asiento está reservado para mí

El vacío de Isidora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora