ARIEL

Capítulo 1

Voy a ir al comedor e ir enseñándote las instalaciones por las que nos tienen permitido ir. Las instalaciones en las que tú ahora vivirás.

Tengo hambre. Normalmente, para merendar nos ponen distintas variedades de zumos, frutas, bocadillos o bollería, como los croissants rellenos con chocolate, de esos que cada vez que le aprietas en el centro, se desborda todo el chocolate. Incluso puedes coger más de uno. Qué bello y grandioso hogar.

Abro la puerta de mi habitación y me encuentro con el pequeño y estrecho pasillo que conecta con las demás habitaciones de esta ala. La verdad, tengo que decir, que es bastante acogedor, al  estilo barco clásico. En plan Tintanic, que por una PEQUEÑA fisura, y sin tener constancia de ella, se fue hundiendo poco a poco, hasta que se dieron cuenta del problema y fue demasiado tarde para resolverlo. Pedazo metáfora de la vida que me he marcado, no me lo puedes negar. Bueno, te sigo guiando.

Las paredes y suelos son de láminas de madera, la luz anaranjada que reflectan las lámparas adosadas en las paredes, se refleja en la madera y con sus brillos parecen que las paredes están impecables de lejos; de cerca, pueden observarse arañazos y algunos cortes poco profundos. Una lástima. La larguísima alfombra roja, se posa sobre los paneles de madera, guiándonos por todo el pasillo de habitaciones. La bonita colección de cuadros que tenemos, se divide en carteles de dirección y en frases positivas, para animarnos y ponernos felices que, los duendes, se encargan de cambiar todos los días. Piénsalo. Frases. Para alegrarnos y empezar el día con positividad. No tiene sentido (lo de los duendes sí). ¿Cómo una frase nos va a cambiar el humor? No sé. Quizás los locos no seamos nosotros. Además tanta positividad no es buena, te ilusionas fácilmente y después si no se puede conseguir lo que te has propuesto, te desplomas como una gota de agua en el mar, y las consecuencias son como esas ondas que se crean, suelen repercutir en los de nuestro alrededor, en los demás, por habernos alentado hacerlo. Aunque en nosotros ya ha quedado esa hendidura, ese momento de choque. Pero bah, las ondas solo duran unos segundos y esa unión con el mar, dura menos aún. Así que nosotros, como buenos seres vivos racionales, lo volveremos a hacer, porque ese momento de saber que puedes hacer lo que te propongas se siente tan bien que somos capaces de ilusionarnos y desilusionarnos. Subir y bajar. Pero, ¿quién sabe? Quizás, en alguna de estas subidas, podamos llegar hasta el final.                     

             "Si el correr te agota, anda. Despacio, sin prisa. Disfruta, sueña, aprende. Pero nunca caigas, recuerda: siempre hay disponible un nuevo comienzo. "

La frase del día.

El pasillo sigue unos pocos metros más, hasta una gran escalera en forma de caracol y barandillas doradas que lleva a la sala común de esta ala. Nadie puede traspasar un ala. Si estás en una, en esa debes permanecer. Y en esta, se encuentran casos “leves” y de edades comprendidas entre los quince hasta los dieciocho años. El salón tiene una gran chimenea en el lateral izquierdo de la habitación y alrededor de esta, tres largos sofás y pequeñas mesas de café. Las paredes y suelos, iguales, paneles y más paneles de madera. Frases y más frases. En el otro lateral, hay mesas de trabajo y un grandísimo estante con libros de todo tipo: grandes, pequeños, gruesos, finos, antologías, no ficción, románticos... En la pared de en frente de las escaleras, se encuentran tres puertas. La primera puerta de izquierda a derecha, es la sala de terapia, allí es donde nos reunimos todos los ingresados de esta ala y pasamos la mayoría de la mañana, con un monitor, hablando de nosotros mismos y sobre otros temas. La segunda, es el comedor. Y la tercera, una salida a un pequeño parque.

Veo sentadas en uno de los laaaaaaargos sofás que hay a Tahíla e Ivi. Son las chicas que con las que mejor migas he hecho en este sitio. De verdad, te las presentaría Ariel, pero creo que sería algo raro, como poco.