Capítulo 6

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GRACIAS por vuestra comprensión, por vuestro apoyo, por creer mucho más en mí de lo que yo lo hago, pero sobre todo, gracias por hacerme volar. ¡Os adoro!

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Alex se acerca a mi cama, se sienta y me llama:

Esperanza... —Su voz es nítida, pero su aspecto no. ¿Por qué?

La voz se repite en mi cabeza profunda y grave. Es sexy, masculina. Me fijo en su acento y sonrió... Siento un sofocante calor recorrer mi cuerpo como si se tratara de algo contagioso que se va extendiendo por cada poro de mi piel. Me intento mover, quiero tocarlo, deseo tocarlo, pero no puedo, lo intento de nuevo, pero ni siquiera consigo rozarlo.

Me despierto y juro que soy consciente de cada aspiración, del aire entrando en mis pulmones lentamente, de mi respiración un tanto acelerada... Por un momento me cuesta discernir la realidad. ¿Ha sido real?

Joder, no puedo creer que haya soñado con él, con su voz. Esto da miedo y por alguna tonta e idiota razón mis labios se curvan en una sonrisa. Ay, pero qué voz... Miro hacia la ventana, una agradable brisa entra a mi cuarto haciendo que las cortinas se muevan con cierta cadencia. Suspiro, pronto sonará el despertador. ¡Vamos, arriba!



Cuando llego al hospital en mi bici, veo a mis compañeros, Luz y Claudio, hablando en la entrada. Hemos llegado un poco antes, así que nos paramos a charlar, pero hoy debemos de estar de lo más filosóficos, porque hemos pasado de hablar de los turnos que nos tocan esta semana, a hablar de lo que significa este trabajo para nosotros...

Por mi parte, lo que más me gusta de mi trabajo en el hospital es saber que estoy ayudando a alguien. De alguna manera extraña, aun siendo solamente una auxiliar de enfermería, formo parte de un mecanismo que ayuda a las personas para que sanen. Eso es gratificante, te hace sentir que estás haciendo algo bueno, lo correcto.

Sin embargo, en la vida todo tiene un contra punto. No puedes quedarte sólo con el lado bueno de las cosas. En mi trabajo, el lado malo de las cosas es una auténtica mierda. No es agradable saber que hay personas que se escapan de nuestras manos, que no pueden ser sanadas, que tendrán que vivir el resto de sus días enfermas o en el peor de los casos, pronto llegará el final de su vida...

De este tema hablábamos y, ¿os digo sinceramente lo que les he dicho? Supongo que debería, me he propuesto ser sincera al contaros esta historia, ¿cierto? Mmm... Les he dicho que muchas veces, el final de la vida no es el peor de los casos sino el mejor de los casos. Hay veces que pienso que desearía morir a verme enferma el resto de mi vida.

Sí, quizás penséis que soy una melodramática e incluso una cínica, una loca que no sabe lo que dice, pero, creedme, veo esto a diario. Todos queremos vivir, sí, ¿pero a qué precio? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar? Yo no quisiera verme en ciertas situaciones diarias, sufriendo y, como diría mi compañero, Claudio: "Echando días atrás"... Dios, no me gusta esa expresión y Claudio la dice a menudo, pero no creo que realmente se dé cuenta de lo que dice. "Echando días atrás" es como decir que estás contando los días para el final y eso es horrible. Aunque, ciertamente, sea lo que hacemos todos, ¿no?

En Busca de Esperanza. (Publicada por la Editorial Samarcanda).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora