capitulo IV

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Capitulo IV

En cuanto entramos a la cabaña, una dulce aroma inundó mis fosas nasales.
Para ser totalmente honesta, la cabaña era bastante acogedora. Tenía muebles de madera de pino y paredes de piedra. Tanto los pilares como el piso, eran de madera pulida. 
Al fondo de la cabaña se encontraba un par de hamacas y al lado de estas, una hermosa chimenea de piedra tallada. A mí costado, había un pequeño banco con un par de ropas encima.

—Me da mucha pena pero muero de hambre ¿Creés que podamos ir a conseguir algo de comer?

—claro, solo iré a darme un baño al río y vamos al pabellón, ya casi es hora del almuerzo—dijo tomando la ropa del banco

—¿Puedo ir también?

—Claro, creo que sería bueno que te dieras un baño, necesitas relajarte un poco

Tomé la ropa que estaba en el banco y seguí a Óscar. Salimos de la cabaña y caminamos por el denso bosque hasta llegar a un pequeño río de agua cristalina

—Si quieres tú ve por allá y yo hacía el otro lado—dijo en cuanto llegamos a la orilla.

Caminé hacia donde me indicó y el hizo lo mismo pero al lado contrario. A un lado del río había una pequeña cueva, entré ahí y me sumergí en el agua.
Estar en contacto con mi madre naturaleza me hacía sentir mucho mejor, realmente me llenaba de paz. Después de un tiempo salí de la cueva y tomé mi ropa que había dejado en la entrada, me vestí rápidamente.
Una vez lista y al ver que Óscar no aparecía por ningún lado fui a buscarlo.
Caminé entre la hierba a un costado del río, hasta llegar a un pequeño peñasco, baje un poco hasta quedar entre las rocas pues no podía ver nada. No muy lejos de donde yo estaba vi a una persona entre el agua, Óscar seguía bañándose.
Por un pequeño momento quedé paralizada, el verlo completamente desnudo en medio del agua me ponía nerviosa. Sin embargo no podía dejar de verlo y a decir verdad, no era para nada feo, su pecho estaba bien formado al igual que sus bíceps y abdomen, aunque a simple vista se veía delgado, en realidad era bastante músculoso.

Aparte la visita rápidamente y salí de ahí sin mirar atrás.
Decidí regresar al lugar en donde nos habíamos separado y hacer como si nada hubiese pasado. Al llegar al lugar me senté en el trono de un árbol caído mientras Óscar regresaba, afortunadamente no demoró bastante.

—¿Todo bien?—preguntó en cuanto llegó

—si, ¿Porque no lo estaría? — dije mientras veía hacia otro lado, tenerlo cerca después de lo que había visto momentos atrás, me hacía sentir un tanto incómoda.

Caminamos por el bosque de regreso a la cabaña, pero está vez pasamos de largo y nos dirigimos hacia el centro del lugar.

—veo que ya están listos, acompañen me, el almuerzo está listo— dijo la señora de vestido blanco que nos había recibido momentos atras.

Comenzamos a caminar rápidamente así que no demoramos mucho en llegar a un pallebon enorme, con grandes mesas de madera, columnas de mármol blanco y techo de enredaderas. A los costados, cortinas de seda ondeaban por el viendo.

Al centro del lugar había una enorme hogera.

—ven, vamos— me dijo Oscar para después tomarme de la mano y  llevarme hasta donde una mesa de madera, con un gran banquete en ella.

EL CHICO DE NEGRO© [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora