capitulo VIII

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La mañana siguiente despertamos desde muy temprano, tomamos un faro, un par de chaquetas y nos adentramos en el bosque.

Afuera, aún no amanecía, el cielo se mostraba estrellado, con la luna postrada en su punto más alto. Mientras que el viento soplaba con fuerza, los árboles se movían de un lado a otro, creando así, un ambiente gélido y tenebroso, pero a su vez, muy hermoso.

Después de adentrarnos en el bosque, seguimos caminando un par de minutos hasta encontrarnos con Aura, quien al igual que nosotros, llevaba un faro, una chaqueta y ¿Un collar de oro?

Ok, si, en definitiva llevaba puesto un collar enorme, de al parecer, oro puro.

Evité preguntar al respecto y solo continuamos caminando.

Detrás de nosotros, un grupo de personas apareció, todos igual con faros y abrigados. Continuamos caminando por el denso bosque hasta llegar al corazón de este mismo.

Descendimos por la orilla del barranco y caminamos por toda la orilla del río hasta llegar a una pequeña cueva con una cascada tapando casi por completo la entrada de la misma.

Justo antes de entrar, Aura subió a una pequeña roca en forma de mesón, frente a la entrada de la cueva, se quitó un par de anillos de oro, y unos aretes con diamantes. Elevó las manos hacia el cielo estrellado, y a la luz de la luna, en medio del río, sobre una piedra en forma de mesón, recitó un cántico hermoso, en náhuatl.

Al terminar, arrojó las joyas al río y estas, se sumergieron como si el río las hubiera tomado para si mismo.

Entramos a la cueva y rápidamente avanzamos entre el lecho rocoso. Después de un rato de caminar, llegamos a una zona enorme, lo que parecía ser una ciudad antigua dentro de una caverna gigantesca, de esas que solo aparecen en películas de fantasía.

Si, para mí sorpresa, una majestuosa ciudad esperaba a por nosotros. Sus enormes edificios de piedra blanca, rodeaban una plaza en el centro, y al centro de esta, el que me supuse era el templo mayor. Siendo este, un edificio colosal, de por lo menos unos 100 metros de alto.

Al acercarnos más y más a la antigua ciudad, pude observar más a detalle cada rincón de aquel lugar.

Todos los edificios eran de piedra blanca, tallada a mano, con algunos toques de rojo en los tejados y muros de las casas y edificaciones.

A los alrededores de aquella majestuosidad, un cenote de aguas cristalinas rodeaba todo el lugar, extendiéndose a lo largo de aquella caverna, que por lo menos, media un par de kilómetros. Aquel lugar debió ser habitado por lo menos unos 300,000 habitantes, quizá un poco más.

La ciudad estaba totalmente abandonada, sin embargo, se encontraba en un estado de conservación bastante bueno.

Después de realizar una ceremonia para pedir la ayuda de los dioses, continuamos recorriendo la ciudad.

—Y pensar que este lugar fue habitado por más de 500,000 personas, en la antigüedad—dijo Oscar, mientras caminábamos por la plaza principal, rumbo al templo mayor.

—Debió de ser increíble vivir aquí en la antigüedad—respondí sincera.

—Supongo que si

EL CHICO DE NEGRO© [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora